Raúl Mendoza Cánepa

¿Un partido pepekausa?

¿Un partido pepekausa?
Raúl Mendoza Cánepa
27 de junio del 2016

Una organización con futuro a partir de un proyecto modernizador  

En un artículo publicado por Carlos Meléndez en el diario decano se intenta imponer la categoría de “facción tecnocrática” a Peruanos por el Kambio (PPK), restándole acaso la opción de convertirse en un partido sostenible. PPK sería, según el articulista, una elite social agrupada por intereses individuales y dispersos, todos aupados a Pedro Pablo kuczynski. Señala el artículo: “PPK es una facción de tecnócratas que podría evolucionar a partido político. Sin embargo, cumple con las características de la definición huntingtoniana de facción: agrupación política sin estructura y de corta durabilidad, que obedece generalmente a ambiciones individuales, carece de organización y apoyo social propios. Si bien puede cumplir con la definición mínima de partido (Sartori), su alto nivel de personalismo le acerca más a una facción”.

En otro pasaje Meléndez precisa: “Una facción es inherentemente conservadora porque no está modelada para encauzar la participación ciudadana, sino para favorecer intereses particulares que sostienen el statu quo. Es elitista —revise la tasa de sanisidrinos del próximo gabinete— y se asemeja a una camarilla política: lobbistas influyendo subrepticiamente en asuntos de Estado”. En realidad, el análisis es importante pero resulta apriorístico. Podría también aplicarse a diversos partidos que han transitado y transitan aún por el sistema político peruano, algunos con una visión más tecnocrática que política, y que además han superado décadas de vigencia, si sirve como contraejemplo. No se puede soslayar tampoco que el partido PPK se juega su perdurabilidad orgánica e institucionalidad en las elecciones regionales y municipales. Ser gobierno podría ser una ventaja de visibilidad, y obtener municipios le daría bases orgánicas para persistir más allá del 2021.

Los pepekausas no tienen un caudillo con vigencia de larga data, considerando la edad de su líder gobernante y las circunstancias de la elección. Tampoco tiene un proyecto visionario de país que despierte alguna mística —como lo tuvo el Partido Civil al principio (con Manuel Pardo)—, un caudillo por ahora visible que tome la posta, como García en el Apra o Lourdes Flores en el PPC (hay que observarlos en la acción), una doctrina cohesionadora como el PPC ni una línea de identificación con las obras, como las tienen Acción Popular y Solidaridad Nacional. Lo que tiene por ahora es la oportunidad de “ser” y “persistir”.

Agotados y difuminados en forma o sustancia algunos partidos políticos, ¿por qué no estimular la vigencia de nuevos partidos? Precisamente la agrupación en el poder desde el 28 de julio, asumida como “facción tecnocrática” por Meléndez, tiene la opción de convertirse en un episodio nimio o en una organización con futuro a partir de un proyecto modernizador, centrado en una visión doctrinaria. Algunos sostienen que podría ser el germen de un partido liberal. Es lo deseable, a contrapelo del pesimismo de Meléndez, a quien podría no faltarle razón si los pepekausas colaboran con su autodestrucción. Si su cálculo es acertado, el Perú se perdería la oportunidad de un partido que aporte al debate general de las ideas, para lo cual bien harían los fundadores (no se puede ignorar el peso de Salvador Heresi) en seguir tanteando cuadros políticos e intelectuales para el futuro. No nos referimos solo a cuadros tecnocráticos, que ya tiene suficientes para la gobernanza, sino de aquellos que le aporten política, doctrina, proyecto, intelectualidad y liderazgo. Este proceso supone buscarle políticos a un partido que no debe morir en una etiqueta, sino construirse desde el poder.

El artículo de Meléndez es inteligente en su análisis, pero también sirve como una alerta temprana y un llamado vocacional: PPK debe “(…)incorporar profesionales de la política al dominio tecnocrático (…)”.

 

Post Scriptum:

Habría solo que precisar una duda. Meléndez llama “facción” a PPK. Huntington se refiere a "facción política". Sin embargo, el concepto histórico de “facción” es dialéctico y viene de las pugnas entre güelfos y gibelinos, en el siglo XII. Es el germen de los partidos modernos. Una cosa es que históricamente las facciones precedan a los partidos, y otra que sean asumidos como prepartidos dentro del sistema actual. Facción supone antagonismo dinámico y no parte o partido, como deviene de la naturaleza del sistema de partidos contemporáneo. “Facciones internas” dentro de los partidos sí es un concepto válido (Se diferencian de las "corrientes internas"). Considero que no hay partido ni agrupación a la que se le pueda llamar "facción" en la perspectiva de prepartido. En términos formales es partido, pues forma parte del sistema, ya sea institucionalizado o precario. La posible precariedad del objeto (partido o agrupación) no cambia la naturaleza de su concepto.

 

Raúl Mendoza Cánepa

 
Raúl Mendoza Cánepa
27 de junio del 2016

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