Arturo Valverde

Un librero en Facebook

Un librero en Facebook
Arturo Valverde
13 de octubre del 2016

Los antiguos libreros y las librerías online

Hace quince años tuve la enorme suerte de encontrar un librero que me ahorró el tiempo que otras personas pierden cuando están en la búsqueda de un libro que los entretenga, emocione o haga pensar. En esa librería pasé horas y horas conversando con un viejo librero que había alcanzado este título de manera autodidacta desde que aprendió a leer. Después de cincuenta años, y tras leer miles de títulos y autores, podía decirte exactamente por dónde andaba el libro que necesitabas.

Chicos con problemas existenciales, jóvenes amantes de la poesía, historiadores e investigadores de todo tipo desfilaban por su desaparecida tienda en el centro de Lima. A veces solo venían para conversar sobre lo que estaban leyendo. Así, un grupo de amigos nos alimentábamos todas las noches, escuchando hablar a tanta gente sobre muchos temas.

Siempre me he preguntado si acaso no obtendrían mayor éxito otras librerías con tiendas por todo el país si tuvieran hombres o mujeres que fueran grandes lectores, y que pudieran orientar a las personas sobre qué leer. Y que también les indiquen qué libros pueden hacerlos fuertes y no llevarlos al suicidio.

Un día llegó un hombre con su hija, una escolar de once años, buscando con desesperación un libro del marqués de Sade que el profesor de su hija le había pedido leer, o jalaba a toda la clase. El padre no tenía idea que estaba punto de poner una bala en las manos de su hija hasta que conversó con este librero, y se marchó para exigirle a la directora del colegio lecturas más apropiadas para el grupo de púberes jovencitas.

Ahora este viejo librero, a quien el amor lo embistió en su edad de retiro, se ha marchado a un departamento frente a un centro de espectáculos muy conocido. Y desde su ventana divisa a los artistas y las bailarinas cuando se retiran luego de armar la fiesta del año, noche tras noche.

Aunque nunca consideró la venta de libros como un negocio, decidió abrir una página en Facebook y vender libros a través de ella. Los clientes prefieren elegir el libro por internet y recibirlo por correo en sus casas. El pago es electrónico. Sin duda una gran ventaja para los compradores, pero se pierden la mejor parte: conversar con un verdadero librero.

Dice que no todo lo que es progreso es bueno, y creo que esta forma tan fría de hacer negocios acorta la posibilidad de enriquecerse mutuamente con el hombre detrás de la biblioteca, que acompaña sus lecturas con un café, un cigarro, su chica y un gato siamés que salta con sigilo por encima de las obras de algún pensador del Siglo de las Luces, escritas hace 300 años.

Es necesario llenar de libreros a las librerías, gente con una tremenda cultura que sepa orientar a jóvenes lectores, de forma panorámica. Y las librerías deberían ampliar sus espacios para las noches de tertulia, de reflexión, con ambientes para hacer música y donde los jóvenes se encuentren. Puede ser acompañado de una cafetería o un buen bar, siempre y cuando tengan ron.

Si quieren leer, los invito a visitar esta página http://litolibros.wixsite.com/litolibros Leer, pensar y hacer, es su lema.

 

Arturo Valverde

 
Arturo Valverde
13 de octubre del 2016

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