Un gabinete descentralizado

Tras un hermetismo saludable y casi total, juramentó el nuevo gabinete de ministros. Más allá de algunas pocas posiciones personales sobre materias fundamentales que enfrentan fácilmente a los peruanos entre si, que espero pospongan en aras de la necesaria armonía para relanzar la economía y la esperanza ciudadanas, la mayoría de ministros es nueva en la política; más no en la gestión profesional pública o privada del sector que se le encarga. Como era previsible, el gabinete está particularmente cargado de profesionales nacidos fuera de la capital.

Califico de acertado el hermetismo porque en una ciudad de cuchilleros virreinales no es inusual el ataque antes que un ministro asuma; es decir, cuando es más débil, como quedó demostrado una vez más con los ataques a César Villanueva. No sé si el hermetismo fue totalmente deliberado o fue fruto de una decisión pausada, acorde al carácter presidencial; pero saludo el efecto.

Cuando los problemas son grandes, como los que tiene el Perú tras casi siete años de irresponsabilidad, es imprescindible abocarse a su solución. Y dejar para después puntos de agenda personal que, por colisionar con la estructura interior de un sector numeroso e importante de la ciudadanía, pueden acabar lastrando una gestión que requiere convencer a todos los peruanos.

Ha sido sin duda inteligente escoger para este primer (y espero longevo) gabinete a profesionales que, conociendo su sector desde la práctica privada o la gestión pública (o ambas), no han estado expuestos con anterioridad al natural desgaste político ni a al salvajismo ¨politófago¨ que la prensa ejerce con irracional adicción.

La predominancia de la raíz provinciana, frente al usual predominio capitalino, refresca el escenario y a la vez que neutraliza la endémica adjudicación emocional de culpas al centralismo, no siempre fundada. Como resultado, la mayoría de analistas políticos observamos un conjunto de personas que estaban fuera del radar, salvo algún compañero de estudios universitarios, o de quienes conocemos profesionalmente debido a su especialidad.

No sé si la simbología textual que viene marcando este trienio que empieza es espontánea o deliberada, ni si nació del mismo presidente Vizcarra o de algún asesor profesional. No obstante, las visitas a un hospìtal, un colegio y al norte, así como la juramentación en el patio de Palacio, son gestos expresos muy bien recibidos. Personalmente me alegro de ver entre los ministros a un colega y amigo desde tiempos de estudiante, cuyo conocimiento del sector profesional en el que se ha desenvuelto siempre y su amor por el Perú son claros para todos los que lo conocemos.

Espero que la esperanza con la que el pueblo recibe este gabinete trascienda los gestos y las palabra. Y que permita iniciar el camino de la imprescindible unidad nacional, de cara al bicentenario que se aproxima, derrotando el anunciado afán disociador y destructivo de quienes viven consagrados a agudizar la pobreza y las contradicciones. Esos que intentan vender su venenoso sebo de culebra, a ritmo de joropo y guaguancó, que tanta muerte y pobreza han causado en el alma llanera, y que poco a poco van ahogando el afán de morir antes que esclavos vivir.