Neptalí Carpio

Un fratricidio con perspectivas al 2021

Cuando la crítica se convierte en abuso del derecho

Un fratricidio con perspectivas al 2021
Neptalí Carpio
09 de noviembre del 2017

Todos los caminos parecen conducir a un escenario, para el año 2021, en el que por el desgaste y enfrentamiento fratricida entre casi todos los actores representados en el Gobierno y el Congreso, se alimente en la sociedad el surgimiento de opciones electorales por fuera del actual statu quo. El actor que más perdería en ese escenario sería Fuerza Popular. Da la impresión, incluso, de que Keiko Fujimori prefiere sacrificar su candidatura o un eventual triunfo en el año del Bicentenario, con tal de evitar ser investigada. Por ello estaría atizando un enfrentamiento entre los poderes del Estado, como se expresa en los forzados intentos de obligar al presidente a declarar por el caso Lava Jato, o de tumbarse al fiscal de la Nación, a cuatro magistrados del Tribunal Constitucional y al ministro del Interior.

En ese fratricidio, entre hermanos o primos hermanos, que en el papel defienden el mismo modelo de la Constitución de 1993, está también la bancada del Apra, utilizando hábilmente su relación con el fujimorismo para proteger a su máximo líder. Está además el propio PPK, por sus desafortunados desaires a la Comisión Investigadora del caso Lava Jato, acusándola de ser un circo. Están también Acción Popular, Alianza para el Progreso y una desconcertada izquierda, todos ellos incapaces de crear un escenario de equilibrio en esta situación de enfrentamiento entre poderes y donde cada vez hay menos espacio para un entendimiento mínimo.

La situación se complica si a todo eso debemos sumar el remedo de reforma electoral que se viene aprobando, con el evidente propósito de acomodar los cambios a sus propios intereses, en lugar de optar por una profunda reforma política y democratización de los partidos políticos. Ciertamente, hay excepciones, como aquella norma que prohíbe a los terroristas, violadores o sentenciados por corrupción postular en las próximas elecciones; o aquella sensata salida encontrada en la ley que elimina la participación de las organizaciones locales en las elecciones, pero a partir del 2022. Me temo, sin embargo, que eso no basta. El núcleo duro que impide el control del financiamiento indebido en campañas, la tozudez de bloquear las elecciones primarias auténticas o el mantenimiento del nefasto voto preferencial se pone cada vez en mayor evidencia ante la población. Y ahí vendrá el discurso lapidario de quienes aparecerán por fuera del actual escenario de esta estéril confrontación.

La pretensión de Fuerza Popular puede tener éxito, porque tiene los votos para hacerlo. Pero la caída o neutralización del fiscal de la Nación, de los cuatro magistrados del TC y el arrinconamiento de PPK le va a producir un fuerte desgaste, reviviendo el fantasma del fujimorismo de los noventa. Sería como ganar para perder. Keiko podría supeditar a los poderes del Estado, garantizar su impunidad y, de paso, darles la mano a otros acusados; pero habrá creado el escenario para volver a encerrarse en ese tercio duro que, en dos oportunidades, le impidió llegar a la presidencia de la república.

Los más lúcidos constitucionalistas y líderes de opinión ya han marcado distancia de este escenario fratricida, calificándolo como un evidente abuso de poder, de utilización antojadiza de la Constitución y de las potestades congresales. Pero ni Keiko ni los termocéfalos de su entorno se percatan de que eso es un craso error. Varios constitucionalistas han señalado que la crítica al fiscal de la Nación, a los magistrados del TC y los errores de PPK pueden ser acertadas, y de hecho en algunos casos los son. El grave error consiste en intentar convertir el ejercicio de una frontal crítica en un intento fáctico de abuso del derecho. En eso radica el error.

No hay que tener dos dedos de frente para sospechar de que detrás de este enfrentamiento fratricida entre poderes hay uno o varios titiriteros, buenos aprendices de Maquiavelo, quienes quieren forzar este escenario para buscar impunidad. Entre ello se encuentra un ex presidente y otros acusados por lavado de activos. Son aquellos que ya habían logrado, semanas atrás, utilizando influencias en el Poder Judicial y Ministerio Público, modificar los procedimientos para juzgar a los acusados de lavado de activos, situación que afortunadamente fue corregida en un Pleno Casatorio, en la Corte Suprema.

Una hipótesis para desarrollar, en un escenario donde representantes de casi toda la clase política están acusados por el caso Lava Jato, y otros por casos de lavado de activos, es que existan fuerzas oscuras que pretendan atizar un fuerte enfrentamiento entre poderes y una crisis de gobernabilidad, para pescar en río revuelto y lograr impunidad. Como quien dice: “Si caigo yo, que caigan todos”. Lo que no saben es que por fuera pueden surgir otras opciones como alternativas hacia el 2021. Después que no se quejen cuando surjan opciones irresponsables, de extrema derecha o de extrema izquierda.

 

Neptalí Carpio

Neptalí Carpio
09 de noviembre del 2017

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