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Medidas migratoria de Obama parecen calibradas para colisionar con republicanos

Crece la expectativa por las Acciones Ejecutivas que el Presidente estadounidense, Barack Obama, ha anunciado en materia migratoria. Al momento de escribir estas líneas, no se conoce su contenido exacto. Se sustentarían en su facultad discrecional de decidir cómo hacer cumplir las leyes. En la práctica, se trataría de congelar los procesos de deportación de amplias categorías de personas.

La jurisprudencia estadounidense reconoce a los Presidentes discrecionalidad sobre como asegurar el cumplimiento de una norma; pero, al igual que en el Perú, no la pueden desnaturalizar en el proceso. El diablo esta en los detalles, como decimos los abogados pero, antes de conocer las medidas, podemos adelantar algunas reflexiones.

Al Perú le interesa este asunto porque afectaría a centenares de miles de migrantes peruanos. El Perú tiene mucho que ganar si estos se integran a la vida política, social y económica americana. Los convertiría en una mejor fuente de remesas e incentivaría a que los políticos americanos consideren los intereses peruanos – más allá de nuestro peso geopolítico - para atraer los votos de esta diáspora peruana. Algo similar ocurrió con otros grupos de migrantes: cubanos, judíos y irlandeses, para citar algunos ejemplos notorios.

Otro aspecto a considerar es el drama humanitario de migrantes que viven al margen de la sociedad, expuestos a todo tipo de abusos y extorsiones. Es en buena medida por esta consideración humanitaria. Existe un consenso mayoritario para buscar soluciones al drama de estas personas –y sus hijos– pero sin incentivar nuevas olas de migrantes desesperados que acaben por sobrepasar la capacidad de los EE.UU. de absorberlos.

Esta preocupación se refuerza por tres factores.

Primero: La seguridad física en la frontera –el influjo de migrantes contrabandeados por mafias– evidencia vulnerabilidades que pueden aprovechar narcotraficantes y terroristas.

Segundo: El efecto presuntamente depresor en los salarios de los americanos más pobres que tendrían estos migrantes.

Tercero: El reclamo de los sectores empresariales de facilitar la inmigración de profesionales altamente calificados, generalmente con estudios de post-grado en ciencias o ingeniería.

Distintos sectores del Partido Republicano apoyarían soluciones que tengan en cuenta estas consideraciones, en la medida que se trate de reformas graduales y que se atienda primero a la seguridad fronteriza.

Todo lo anterior nos lleva a preguntarnos si no resultaría inadecuado enfrentar una temática tan álgida con medidas discrecionales que no tomarían en cuenta ninguna de estas consideraciones y que, al ser discrecionales, podrían ser revocadas por el sucesor de Obama.

Este cuestionamiento se refuerza por el peculiar contexto político. El Partido Demócrata acaba de sufrir un duro revés electoral en un proceso el que uno de los temas discutidos fue la reforma migratoria. La oportunidad escogida –inmediatamente después de una derrota electoral- parece calibrada para provocar un enfrentamiento con los republicanos y a convertir a votantes latinos en clientes permanentes del Partido Demócrata, antes que a buscar una solución duradera a sus problemas.

En este orden de ideas, antes del 11 de diciembre el Congreso americano debe aprobar una extensión presupuestal que asegure la continuidad en el funcionamiento del gobierno. Muchos ven en la movida de Obama el deseo de provocar a que los republicanos se rehúsen a votar dicha extensión presupuestal o que la condicionen a su revocatoria, a manera de represalia por la medida discrecional del ejecutivo.

El cálculo obamista es que un enfrentamiento de este tipo beneficiaría a su propio campo, aunque en este caso, quizás, la provocación sea demasiado transparente para tener el efecto deseado.

Por Víctor Andrés Belaúnde Gutiérrez

(24 - nov - 2014)