Paul Neira

Two to tango: Violencia y elecciones a la peruana

Two to tango: Violencia y elecciones a la peruana
Paul Neira
22 de junio del 2016

Los peruanos esperamos las elecciones para sacar lo peor de nosotros.

El Perú es un país de pasiones antagónicas, de paradojas y de opuestos cuya naturaleza suele tener una fuerza brutal, y que muchas veces optamos por invisibilizar. Desafortunadamente, esa fuerza que discurre como un torrente subterráneo necesita salir, y lo hace a través de diversas válvulas de escape. La más común, históricamente, ha sido la violencia. Pero no de cualquier tipo, sino una violencia caracterizada por ser soterrada, escondida, disfrazada; una violencia oculta, pero profundamente destructiva en su esencia. El enorme problema de esta violencia escondida es que se ha convertido en una moneda de intercambio común, que signa las interacciones y relaciones entre los peruanos de a pie. Miremos si no el día a día del tráfico en casi todas las ciudades de nuestro país.

Pero hay otro factor crucial: por momentos en nuestra historia, esta violencia siente que ya no le basta con ese desfogue cotidiano y corrosivo, antes bien necesita desbordarse inusitadamente. La más reciente y dolorosa ha sido la manifestación sangrienta, destructiva y asesina en manos del terrorismo. Sin embargo, no es la única, puesto que hay otros momentos en los que, si bien no llega a ser así de ciega y tanática, resulta igual de destructiva. Me refiero específicamente a los procesos electorales.

Pareciera que los peruanos esperamos a que venga la época electoral para blandir lo peor de nosotros mismos. En un sentido, los procesos electorales no son más que expresiones evolucionadas de aquellas luchas de poder usuales en nuestra primera época republicana; o de los caudillos militares que riegan nuestra historia. No por nada hemos tenido tantos golpes de estado y presidentes militares. Así, nuestros procesos electorales se han convertido, especialmente los dos últimos, en una escalada de violencia, de odio, de ruptura, de cultura de muerte, en la cual si no piensas igual que yo o eliges distinto, entonces eres sujeto de mi furia asesina.

Desfilan o, mejor dicho, se esgrimen argumentos que a manera de lanzas en ristre quiebran cualquier tipo de respetos, de honras, géneros, nacionalidades y condición humana. Es como si se diera en estas época carta blanca para mostrar los odios, rencores, mala leche y demás demonios internos de los peruanos. Aunque graciosamente (es decir, de gracia) todo esto sucede en honor de esa niña que es la democracia. La paradoja se ahonda aún más cuando al mismo tiempo los discursos formales, aquellos de la televisión y de sus bien vestidos presentadores, nos dicen que vamos a celebrar la fiesta de la democracia.

Nada más alejado de la realidad. Especialmente cuando asistimos a esta guerra abierta que lo único que hace es que las barreras, nuestros propios muros de Berlín entre los peruanos, resulten cada vez más grandes, más oscuros y más desalmados. La suma final termina siendo una gigantesca resta que ahonda las ya abisales diferencias entre los peruanos. Si queremos construir la sociedad que todos en el fondo sabemos que nos merecemos, no podemos continuar con estas escaladas de violencia.

 

Paul Neira Del Ben

 
Paul Neira
22 de junio del 2016

NOTICIAS RELACIONADAS >

Un pacto social distinto que soporte al sistema educativo

Columnas

Un pacto social distinto que soporte al sistema educativo

  En menos de diez meses hemos tenido dos huelgas magisteriales,...

29 de junio
Algunas notas a propósito de la huelga magisterial

Columnas

Algunas notas a propósito de la huelga magisterial

  Cada vez que se piensa en la profesión docente —e...

22 de junio
¿Cuál es el propósito de nuestro sistema educativo?

Columnas

¿Cuál es el propósito de nuestro sistema educativo?

  Uno de los juegos más sencillos que hacía con mi...

15 de junio

COMENTARIOS