Tunantada, de Paco Mucha

Sobre la fiesta popular de San Sebastián y San Fabián, patrones de Jauja

Los esfuerzos culturales no pueden ser opacados ni por “chapa tu choro” ni por aquellas agendas que, por contener hechos tan detallados, son la envidia de cualquier tipo de investigador. Ya quisiera uno de ellos tener abundante información, con la certeza de su veracidad, para armar sus trabajos con mayor facilidad. Cifras, fechas, lugares, nombres y motivos, todos en un paquete de documentos que los acopiadores de datos quisieran a la mano, para acomodar el rompecabezas que tienen en mente.

Francisco Mucha, autor de “Tunantada - Precisiones y Antología”, es uno de esos investigadores. Sostiene que “los seres humanos por naturaleza cuidamos celosamente nuestras tradiciones con la religiosa certeza que son parte de nuestra vida misma”, que si las tradiciones son un conjunto de valores, costumbres, visiones y tantas otras manifestaciones humanas transmitidas de manera familiar y colectiva; la tunantada es exactamente eso, un valor de mano en mano, un tesoro compartido cada año con propios y extraños, dispuestos y sin fatiga, a gozar de esta manifestación representativa de la sierra central, tanto como otras - porque no hay cultura mayor ni menor, ni arte bueno ni arte malo -, derrochando gala, abundancia, generosidad, amistad y, sobre todo, orgullo colectivo.

Paco Mucha confiesa que “teniendo como pretexto este tema, rastrea el camino histórico, económico, social, artístico y literario de Xauxa”.

Jauja tiene una identidad única en la sierra central. El perfil promedio de su gente no se airea en brisas dominadas. Lucha con dientes y uñas por las razones que los une y los entiende. Por ser la primera capital del Perú, Jauja se coloca en nivel diferente. Que una parte de la conquista se haya tramado dentro y fuera de sus linderos y sus caminos, la hace una tierra de riqueza histórica, heroísmos y guapuras.

Contaba nuestro amigo Günter que en Dresde, su ciudad natal, le enseñaron desde niño la historia local, regional, nacional, de Europa y del mundo; en ese orden, para que un cordón umbilical ate a los pobladores con su patria chica, para que ese mismo cordón, suficientemente extenso, los pueda unir también a otros universos.

Aun cuando tuvimos colegio privilegiado, no fuimos a lecciones completamente con historias locales, no hubo un orden cimentando de apegos regionales, ni suficientes palabras contándonos qué sucedió en nuestras calles.

La tunantada ya existía antes de los primeros días del pasado siglo. Cambió y se adaptó a los tiempos, como toda identidad dinámica que para trascender y hacerse rica debe universalizarse, para no ser atada y aniquilada por la inmovilidad.

La Tunantada es la fiesta del 20 de Enero en honor a los patrones San Fabián y San Sebastián, es la representación del español dominante, ironizado con bastón mostrando su poder, con medias de nylon para simular que el cuerpo del danzante es de piel blanca, rodeado de otros danzantes llamados “chutos” y “huatrilas”, una suerte de bufones amenizando la jarana callejera. Ocasión para lucir trajes nuevos y comer lo más rico al lado de amigos y paisanos, para beber y desatar más demonios que ángeles contenidos. Si en su inicio eran guitarras, quenas, mandolinas, charango, arpa y violín los que amenizaban el bailongo, la orquesta de la Tunantada es ahora con arpa, dos violines, clarinete y dos saxofones, al lado de los enmascarados haciendo su regalada gana en el anonimato.

Por: Manuel Gago