Raúl Mendoza Cánepa

Tratado sobre la tolerancia

Las certezas absolutas llevan a la intolerancia

Tratado sobre la tolerancia
Raúl Mendoza Cánepa
03 de abril del 2017

Las certezas absolutas llevan a la intolerancia

La experiencia demuestra que en la política, como en la vida, el radicalismo de la certeza conduce al totalitarismo; sucede en cualquier ámbito, inclusive en los pequeños espacios donde interactúan los hombres. La política, la empresa, la institución y el hogar llevan implícito un juego de poder. En tal juego rivalizan verdades que tratan de encaramarse una encima de otra ¿Qué ocurre cuando cada participante asume, a contrapelo de Kant, que su verdad es “la verdad” objetiva, el noumeno inasible? Alcanzamos el nivel de lo no negociable, la vida social se destruye, la tolerancia concluye y la intransigencia rige como comportamiento.

La intransigencia es la negación del diálogo en nombre de “la verdad”. La sabiduría reside en la capacidad de colocarse por encima de todas las posiciones para abrirles paso en nuestra concepción del mundo. Un mal matrimonio se construye como una mala democracia, con grandes dosis de verdades absolutas o terrenos vedados a la discusión. El atrincheramiento en una verdad que no se suelta conduce a que los problemas se estanquen y las soluciones persistan en punto muerto. Las ideologías, entendidas como conjunto cerrado llevan a la intransigencia. En un espacio más pequeño y variable como la familia, la intransigencia es potencialmente destructiva y lo es porque los individuos creemos en “la verdad” y no en “tu verdad y mi verdad”, que no son sino perspectivas legítimas, puntos de vista creados por el lugar que nos tocó vivir, los libros que leímos, los influjos amicales, los maestros, la escuela, los padres, el credo, la cultura.

Popper gustaba referirse a la falsación. No caer en el vicio de la certeza, sino poner todo en disposición de duda para demostrar su falsedad, aun antes que su autenticidad. En términos personales, tal posición implica abrirnos al mundo, a todos los discursos, ser escuchas amplios y asumir en su integridad el concepto de “comprender al otro”. Aunque Popper pensaba en la ciencia, habremos de expandir esta categoría para aplicarla a nuestra manera de ver el cosmos. Solo cuando estamos dispuestos a cambiar de opinión en favor de otra verdad, la paz deja de ser una utopía para tornarse en una posibilidad.

Aunque lo leí primero en Ortega, el perspectivismo es una respuesta al tema de la intransigencia. Leibniz fue el primero que concibió el llamado “perspectivismo”. Nietzsche lo desarrolló (aunque lo leyó de Teichmüller). Se entiende que Ortega lo tomó, a su vez, del autor de La gaya ciencia. Lo que existe, según el perspectivismo, son puntos de vista individuales, y la verdad sería una construcción a partir de la suma de esos puntos de vista, descontando la opción del error. Para graficarlo mejor, si vemos un cubo gigante de seis colores (uno en cada cara) y solo un observador pretendidamente omnisciente que cree ser el dueño de la verdad absoluta, tendremos según él un solo color. Grave error. Si sumamos los puntos de vista o perspectivas de seis observadores, cada uno ubicado frente a un plano diferente, tendremos seis colores: el cubo. Así, la verdad se completará con lo que cada observador ofrezca.

El radical no ve más que un color y asume de antemano que tal es el único. El socialismo y el fascismo son las muestras tangibles de la vida en monocolor, allí es precisamente donde cualquier otra perspectiva es anulada y la disidencia castigada con la muerte o el Gulag. Este fenómeno propio de las relaciones políticas, ocurre en todo ámbito. Un matrimonio en el que una de las partes tome la bandera de la intransigencia y se tape los oídos a “la otra verdad” está condenado al fracaso. Ninguna amistad o negocio prospera sin la multiplicidad legítima de pareceres que devienen finalmente en decisiones sanas. Por tal criterio, algunas empresas apelan al brainstorming o lluvia de ideas. No se equivocó Alex Osborn cuando creó este sistema en 1939 para que, desde el diálogo, surgieran las opiniones creativas destinadas a resolver problemas. Solo cuando comprendemos que las certezas sordas nos cierran es que la tolerancia se abre paso y con ella la evolución hacia la verdad integral.

¿Algún día estaremos preparados para ese reto? En un país de polaridades lo veo complicado. Una vuelta por las redes sociales lo persuadirá de cuánto nos falta aún por madurar como sociedad.

 

Raúl Mendoza Cánepa

Raúl Mendoza Cánepa
03 de abril del 2017

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