¿Transgénicos o semillas mejoradas?

Solo quienes nunca han pasado hambre rechazan a los transgénicos

El 9 de diciembre de 2011 se publicó la Ley Nº 29811, cuyo propósito era impedir que cualquier Organismo Vivo Modificado (OVM) pueda ingresar legalmente al país. La moratoria por diez años prohíbe el ingreso de semillas “alteradas biológicamente” para evitar “daños irreparables a la biodiversidad peruana”. Hoy, Keiko Fujimori dice que los transgénicos no van y el vocero de temas agrícolas de PPK prefiere llamarlas “semillas mejoradas”, cuando habla de organismos genéticamente modificados.

Mucha literatura favorable a los transgénicos y mucha ilusión en contra. Julio Favre —quien fuera zootecnista de la Universidad La Molina y empresario avícola— fue un ardoroso defensor de los transgénicos. En artículo publicado en Correo escribió que el miedo que infunden a la población los opositores a los transgénicos es como cuando en Estados Unidos, a mediados del siglo pasado, se decía que los marcianos invadirían la tierra. Con ello Favre da a entender que se trataría de temores infundados, sin suficiente base científica y sin argumentos sólidos comprobables.

Venkatraman Ramakrishnan, Premio Nobel de Química 2009, es enfático y dice que “los que nunca han pasado hambre rechazan los transgénicos”. Una de mis hermanas vivió en Calcula cinco años y es fuente de primera mano de aquella pobreza de la que habla el nobel indio. Y sin necesidad de ir tan lejos, el hambre en Perú mata: anemia, tuberculosis y bajos niveles de aprendizaje, concentración y entendimientos son consecuencia de pésima la alimentación.

Bill Gates, una de los hombres más ricos y admirados del planeta, desde su búnker en Seattle (Washington) investiga, desarrolla e invierte en nuevas probabilidades agrícolas en el mundo de los más pobres, especialmente en países africanos. En México, junto a Carlos Slim —magnate de las comunicaciones— tiene concesionados extensos territorios donde se estarían produciendo nuevas variedades de alimentos enriquecidos con proteínas y vitaminas. Bill Gates tendría una importante participación en la compañía Monsanto, dueña de semillas mejoradas de maíz, soya, trigo, cebada y canola, las más importantes para envasados y precocidos en todo el mundo.

Como la literatura científica es vasta, para quien conoce, nos quedamos con la opinión de Julio Favre, Venkatraman Ramakrishnan, Bill Gates y Carlos Slim. Les creemos poco a los Pepitos Pérez que, como los antimineros, se encargan de infundirles miedos a las personas poco enteradas y previsoras. Hoy los territorios agrícolas ya no guardan relación con la demografía mundial y los estilos de vida. Hoy hay muchas bocas hambrientas que alimentar y la biotecnología —de origen holandés y belga— responde a esa prevención haciendo más productivas las tierras a menos costo y sin poner en riesgo el medio ambiente. Es decir, evitando el uso indiscriminado de químicos que dañan agua, tierra y aire, y también al hombre cuando ingiere esos productos contaminados con pesticidas usados en los cultivos.

Es una ilusión creer que los orgánicos pueden paliar el hambre en el mundo. Hace bien el príncipe Carlos promoviendo cultivos orgánicos y diciéndole, a quienes pueden, que en sus macetas y jardines siembren lechugas y tomates. Si los orgánicos son para la parentela de sangre azul de Charles y para los gourmets de Lima, los transgénicos quedan para los menesterosos, fast foods, enlatados apiñados en las cocinas y para el rico pollo a la brasa y chicharrón de cerdo. Pollo y cerdo que antes de ser sacrificados, fueron alimentado con maíz y soya transgénica de Paraguay.

Manuel Gago