Mario Saldaña

Traje a rayas y en una celda

Traje a rayas y en una celda
Mario Saldaña
15 de octubre del 2015

La judicialización de la política como arma para descalificar al contendor

El Perú está a punto de marcar otro “hito diferenciador” en materia de campañas electorales. Ya no solo vamos a asistir a denuncias de todo tipo entre los candidatos (es normal que ello ocurra en cualquier contienda) sino que procuradores, jueces y fiscales terminarán siendo una suerte de filtro previo al sufragio de abril del 2016.

Así, Alan García tendrá que poner tanto ahínco ante jueces y fiscales para defenderse de las acusaciones de los narcoindultos y algunos derivados de la “megacomisión que presidió Sergio Tejada como ante los jóvenes a los que pretende cautivar.

A PPK no le quedará más que apersonarse ante la Fiscalía competente para aclarar el envío de maletas de plata que tanto él como el expresidente Alejandro Toledo sabían supuestamente que llegaban al Perú vía la embajada venezolana, y respecto de lo cual aparentemente hicieron poco cuando ambos ejercían altos cargos públicos.

En el caso de Toledo es un hecho que su principal motivación para estar en esta campaña es, además de intentar salvar la inscripción Perú Posible, afrontar con mejor pie las acusaciones de lavado de activos y delitos conexos por el caso Ecoteva.

Si a Keiko Fujimori no le vuelven a abrir (porque todo es posible en este valle del señor) la denuncia del pago de sus estudios en el exterior, algo encontrarán sus oponentes para vincularla con los parientes prófugos, las indemnizaciones que debe el padre, o quién sabe qué cosa.

El señor Acuña tiene un rosario de denuncias de todo tipo, color y abundancia. Desde los asuntos familiares, pasando por varios procesos de manejos ilegales de fondos públicos como alcalde y Gobernador y por los cuestionamientos de uso indebido de recursos de la universidad César Vallejo.

Y ni qué decir del señor Urresti. El caso Bustíos lo va a perseguir durante toda la campaña. En este caso lo mejor que le podría pasar es que ninguna decisión definitiva en el proceso se adopte antes del 10 de abril del 2016, y que, al igual que Toledo, la contienda le sirva como caja de resonancia para argumentar su defensa o desacreditar las acusaciones del fiscal.

Acaso los candidatos que aparecen, aún, con una intención de voto menor al 2 o 3% son los que menos carga judicial tienen a cuestas.

En medio de este panorama da la impresión que candidato sin juicio pendiente o inminente no termina de ser tal. Terrible situación a la que nos está llevando la judicialización de la política. El domingo pasado, comentábamos en televisión con Enrique Bernales que estamos ante el nuevo signo distintivo de la política peruana. Esta abandonó las plazas, los foros públicos, las universidades, los gremios de todo tipo, el Congreso mismo, y hoy se muestra descarnadamente capturada en juzgados y medios de comunicación.

¿A esto nos tenemos que acostumbrar?. ¿Es inexorable?. ¿Tan mal hemos hecho las cosas para merecernos este triste espectáculo?. Lo cierto es que son los propios políticos, y nadie más, los principales encargados de rescatar y adecentar la política. Alguien tiene que dar el primer paso para, al menos, empezar a dejar de imaginar a los principales líderes de las agrupaciones con traje a rayas y en una celda.

Por: Mario Saldaña C.(@msaldanac)

 
Mario Saldaña
15 de octubre del 2015

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