Jorge Valenzuela

Tragedias íntimas

Tragedias íntimas
Jorge Valenzuela
24 de junio del 2015

Las vidas de William Turner y Johannes Vermeer llevadas al cine

La reciente exhibición del filme Mr. Turner (2014), dirigido por Mike Leigh, nos instala de lleno en los últimos veinticinco años de la vida de Joseph Mallord William Turner (1775-1851), el pintor inglés más influyente del siglo XIX, el paisajista romántico por excelencia, el principal antecedente del impresionismo francés.

Con la brillante actuación de Timothy Spall,  (ganador del Festival de Cannes 2014 como mejor actor), la historia de este exuberante artista se desenvuelve entre el afecto de su padre, las controversiales exposiciones en la Real Academia de Artes y la relación carnal con la criada de la casa, por la que solo siente una atracción sexual.

La película se centra en el momento en el que, con cincuenta y cuatro años, Turner se queda solo y se sume en una profunda depresión. En efecto, la vida de Turner cambiará con la muerte de su progenitor (lo llamaba daddy)  por quien, ciertamente, tenía un gran cariño y con el que convivió un largo tiempo. Hablamos, además, de un hombre que a  lo largo de su vida se ha mostrado incapaz de amar y de asumir sus responsabilidades familiares (tiene dos hijas y una mujer a las que no atiende) y ha sido dominado por una compulsiva necesidad de hacer el amor todo el tiempo.

A pesar de las dos horas y media que dura el filme, la acción no decae en ningún momento. Estamos, en realidad, frente a las experiencias de un artista cuyo apasionado interés por el arte se proyecta en la violenta necesidad de pintar en espacios abiertos y hostiles. Por ello en el film se incide en la desesperada y desamorada vida de Turner cuyo drama interior lo hace vincularse, a su vez, violentamente, con la naturaleza, como si este contacto compensara o aplacara el inferno interior que vivía todos los días.

La gran capacidad y el interés de Turner por atrapar la luz en medio de la oscuridad, las tinieblas o las tormentas o su preferencia por pintar catástrofes marítimas como incendios de naves, hundimientos, naufragios y, al final, una mujer ahogada (al parecer la criada que lo va a buscar y que termina suicidándose), se ha visto no solo como parte de la poética del paisajismo romántico de la época, sino como la representación figurada de la pérdida de la esperanza bajo el poder de la implacable naturaleza. En esta dirección resulta explicable que la representación de lo natural se hiciera indeterminada, difusa, violenta, logrando plasmar los paisajes más dinámicos, complejos, trágicos e inimaginables producidos en contextos de gran agitación climática. Como todo romántico, al pintar sus atormentados paisajes, en realidad Turner se pintaba a sí mismo y a su frustrada vida en la que el amor se constituyó en una carencia sin fondo.

Quisiera cerrar este artículo comentando un filme que nos permite acercarnos a la vida de otro gran pintor: Johannes Vermeer (1632-1675) cuyo lienzo Girl with a pearl earring  o La joven de la perla generó una novela  del mismo título escrita por Tracy Chevallier, la que sirvió, a su vez, de base para que en el 2003 se filmara una película dirigida por Peter Webber. En el caso del filme sobre Vermeer también nos encontramos con una historia en la que una criada llega a trabajar en el servicio del hogar de la familia llegando a tener una gran influencia en la vida del pintor flamenco. Si bien el libro de Chevallier es una ficción que postula una explicación o hipótesis respecto del origen del cuadro y construye toda una historia de infidelidad, no deja de ser atractiva la trama en la que la pureza de una mujer joven logra finalmente conquistar el corazón de un pintor que, no sin dolor, ha descubierto que ha dejado de amar a su aburguesada esposa. Destacar la actuación de Scarlett Johansson es imprescindible en tanto, con su belleza y talento, logra con creces encarnar a la joven Griet cuyos valores, entre ellos la humildad, despertaron en Vermeer los más puros sentimientos.

Estas dos historias de pintores, motivados cada uno de diferente modo por quienes los rodearon en vida, nos acercan a las íntimas tragedias detrás de las cuales se encuentran los más excelsos cuadros de la tradición pictórica occidental. Quizá en ese halo trágico se encuentre el motor del verdadero arte.

Por Jorge Valenzuela

24 – Jun – 2015

Jorge Valenzuela
24 de junio del 2015

COMENTARIOS