Manuel Gago

¿Toque de queda para adolescentes?

Más Estado que organiza intromisión y corrupción

¿Toque de queda para adolescentes?
Manuel Gago
09 de julio del 2018

 

La iniciativa de prohibir a los menores de 18 años salir a las calles después de las 10 de la noche, anunciada por el congresista Edwin Donayre de Alianza para el Progreso (APP), ha sido aceptada por una considerable parte de la población. La conformidad se observa en las redes sociales y en algunas “encuestas” realizadas por algunos diarios de circulación nacional. Por ejemplo, un 70.2% de personas que participaron de “la encuesta” del diario Correo admiten estar de acuerdo con la prohibición.

Algo parecido sucedió en 2016, cuando el entonces ministro de educación, Jaime Saavedra, proponía ampliar las clases diarias en las instituciones educativas estatales. La llamada Jornada Escolar Completa fue inmediatamente acogida por los padres de familia. Las madres fueron las primeras en saludar la propuesta del ministro diciendo que así sabrán que sus hijos están en el colegio y no vagabundeando y aprendiendo todo tipo de mañas en la calle, o siendo captados por otras personas para cometer delitos o actos impropios.

La propuesta valorada en los sectores populares de la población es rechazada por los sectores politizados. Arguyen que es una cortina de humo para distraernos de los problemas fundamentales del país. Lo cierto es que la desesperación de los padres de familia por controlar el desenfreno de sus hijos los lleva a aceptar cualquier medida que, incluso, puede ser inconstitucional y que atente claramente contra las libertades individuales de las personas. Sin embargo, a la mayoría de las madres abandonadas por sus maridos les importa casi nada que la propuesta sea o no constitucional. Piden a gritos que alguien las ayude cuidando a sus hijos. La impotencia las lleva, equivocadamente, a buscar la protección del Estado. Según reporta el Instituto Nacional de Estadística e Informática (Inei), en 2017 un 68.8% de mujeres son madres, un 65.6% de las madres trabajan, un 16.4% son madres solteras y un 23% son jefas del hogar.

A nuestro entender, aprobar la propuesta de Donayre es claudicar son respecto a las responsabilidades paternas, es darle al Estado el control del devenir humano. Aun cuando las circunstancias personales sean extremadamente adversas, el Estado no puede entrometerse en la vida privada de las personas. Por el contrario, los padres de familia deberían ser los primeros en defender la autoridad que les corresponde en el seno familiar.

Además, el Estado no puede tener tanto poder. Un exagerado dominio de todo puede dar inicio a una nueva espiral de abuso de autoridad. Y en las sociedades democráticas y libres no existen los verticalismos y centralismos que controlan toda actividad humana. Los peruanos no podemos seguir creyendo en ese paternalismo: que el Estado es el único ente que puede resolver todos los problemas y que es capaz de amparar toda clase de desprotecciones. No es así. Es todo lo contrario.

La sociedad organizada alrededor de sus normas no puede entregarle a la policía la decisión de elegir quién es y quién no es menor de edad. No puede participar de una nueva posibilidad de corrupción. La que se armaría con los policías peseteando con los adolescentes, reclamando parte de sus propinas por andar en las calles después de las 10 de la noche. Y lo peor sería que los adolescentes aprenderían tempranamente cómo “arreglar” la violación de una ley. La policía dedicará su tiempo al “control” de los adolescentes, en lugar de estar al tanto de la seguridad pública. ¿O no?

Donde hay más Estado, hay más corrupción. Donde hay más impedimentos existen mayores posibilidades de alterar la decencia y la honradez. Además, como en los tiempos de la leva —para cumplir el servicio militar obligatorio— la policía tendría que disponer de vehículos de transporte masivo en todos lados para trasladar a los menores que violen la ley.

En lugar de reprimir y alentar las imposiciones, se debería predicar los ideales de la libertad. Legislar para los aplausos del populachero y para los agradecimientos de los compadres que se beneficiaron con alguna ley, desacredita al Congreso. Pero cómo explicarles lo contrario a Donayre y a tantos otros.

 

Manuel Gago
09 de julio del 2018

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