Carlos Sotomayor

Todos contra Humala

Todos contra Humala
Carlos Sotomayor
06 de agosto del 2015

Sobre los excesos y las mentiras en cierta crítica al presidente Humala

No voté por Ollanta Humala, aunque estuve muy cerca de hacerlo. Principios éticos me impedían optar por Keiko Fujimori (mis razones me parecen demasiado obvias y todas apuntan hacia la Diroes). Humala y su partido me parecían el mal menor, sin duda. Pero opté por la asepsia y vicié mi voto.

Nunca he sido un defensor de la gestión del presidente Humala. He criticado lo que consideré criticable y cuestioné las críticas antojadizas de ciertos sectores. Nuestra política, lamentablemente, genera polarizaciones, apreciaciones sesgadas y muchas veces inconsecuentes. En todos estos años me he topado con demasiados dislates.

Recuerdo a cierta narradora de noticias que me calificó de humalista, por ejemplo. En aquel tiempo, muy breve, por suerte, laboré como jefe de redacción de un noticiero nocturno. La experimentada lectora de telepromter dedujo, tras insólita pirueta mental, una supuesta simpatía mía por el Nacionalismo pues había colocado un adjetivo calificativo en la noticia sobre la instalación del servicio de agua potable en una comunidad alejada de Lima. Una obra “importante”, sin duda, para toda esa pobre gente que no contaba con ese servicio elemental, pero no para la circunspecta periodista a quien nunca en su vida le ha faltado el agua.

Por otro lado, luego de cada error o atisbo de corrupción de este Gobierno, algunas voces exigían, escandalizadas ellas, que se pronunciaran al respecto los flamantes “garantes” de Humala. Léase, por ejemplo, Mario Vargas Llosa. Si la memoria no me falla, los llamados garantes nunca –es imposible hacerlo, además– garantizaron un gobierno espléndido e incólume. Lo que garantizaban era que Humala no nos llevara por el camino del chavismo, sino que acatara la  “hoja de ruta”.

¿Recuerdan cuando a través de los medios de comunicación se nos predecía un futuro apocalíptico si Humala ganaba las elecciones? Algunas razones eran delirantes, como aquella que decía que se nos expropiaría la mitad de nuestras pertenencias. Sin embargo, confieso que, dado su radical discurso previo, cierto temor habitaba en mí. Lo concreto es que estamos lejos de seguir el modelo venezolano.

Otra mentira recurrente es que se diga que el Gobierno de Humala es de izquierda. La idea es, claro, echarse abajo no sólo al presidente y su Partido Nacionalista, sino también a nuestra diezmada y autoflagelada izquierda. Humala no es de izquierda. Los sectores zurdos que se aliaron a él al principio esperaban la “gran transformación” que nunca llegó. Y se apartaron, o los apartaron, del Gobierno al poco tiempo.

No ha sido (ya es difícil que lo sea) un buen gobierno. Demasiadas fisuras en varios ámbitos y una falta de liderazgo lo ensombrecen, sin duda. Las críticas vienen de diferentes frentes en un coro monocorde que me preocupa por una razón: no se discute como debiera el alarmante escenario electoral que podría producirse: Keiko Fujimori y Alan García en segunda vuelta. Dos cuestionados frentes: el fujimorismo y el aprismo en pos de la presidencia. Leo los titulares de La Razón y Expreso, como dictados por la misma persona: “Alan y Keiko meten palo a Humala”. Y el futuro ahora sí se vislumbra apocalítpico.  

   

Por Carlos M. Sotomayor

 

 
Carlos Sotomayor
06 de agosto del 2015

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