Martin Santivañez

Sobre la muerte de los perseguidores

Sobre la muerte de los perseguidores
Martin Santivañez
31 de enero del 2017

Reflexiones sobre prensa y ética

La tesis fundamental del libro escrito por Lactancio el siglo IV (De mortibus persecutorum) es que la Iglesia siempre padecerá la persecución de seres miserables que se presentan ante el pueblo como los pontífices de la decencia y la autoridad moral. Lactancio fue muy duro al describir a estos sujetos “inventores de crímenes y maquinadores de maldades”, emperadores monopólicos del poder político, señalando su carácter disoluto y vengativo, su doble moral de “alimañas dañinas” y la soberbia luciferina con que persiguieron a todos los que no pensaban como ellos. Ciertamente, los perseguidores del siglo IV buscaban el exterminio físico del cristianismo. Los perseguidores del siglo XXI se afanan en calumniar a los que no piensan como ellos hasta el punto de enviarlos a las catacumbas de la irrelevancia social.

La tesis de Lactancio siempre ha sido lapidaria y sugerente. La justicia divina demora pero llega. Los perseguidores, tarde o temprano, sucumben ante sus propios vicios manifiestos. El más común de ellos, la soberbia, es una hoguera en la que se incendian todas las vanidades. Lo cierto es que, ante la caída del perseguidor Alvarez Rodrich, ahora conocido en las redes como “Alvarez Odebrecht”, la tesis de Lactancio vuelve a cobrar vigencia. Estamos ante el hundimiento de un pontífice caviar que durante años se ha dedicado a proclamar a todo el Perú, desde un púlpito podrido, los dogmas sesgados de la “decencia” progresista, un sucedáneo perverso de la auténtica virtud.

A estas alturas es obvio que Alvarez Rodrich, un perseguidor de todos los que no piensan en clave caviar, ha demostrado que lo suyo es el fariseísmo político puro. El fariseísmo político, como todo fariseísmo moral, está basado en el vicio repugnante de la soberbia. El fariseo es un soberbio de manual. El fariseo cree que SU ejemplo es el único ejemplo válido para la sociedad. El fariseo, un hipócrita peligroso, no necesita del árbol del bien y del mal. En su egoísmo despótico, se considera la única medida de la verdad. Esta egolatría condena al fariseo al enfrentamiento con todos los que no reconozcan su falsa supremacía ética. Y como la verdad del hipócrita siempre es una mentira, el perseguidor se transforma en un calumniador profesional que termina estrellándose con su propio pasado. El pasado de Alvarez Rodrich nos lo ha contado el maestro Pepe Barba en su columna “De moralistas y farsantes”: “En 1993, el señor Alvarez Rodrich, hoy rabioso demócrata y paladín de la transparencia, le dio un puntapié a sus convicciones libertarias y con resolución suprema firmada por Fujimori, se sentó orondo y con la billetera llena como miembro del Consejo Directivo de OSIPTEL. Por esos días, no posaba como ahora con los brazos cruzados y la frente en alto; solo era un burócrata servil y oscuro que caminaba cabizbajo detrás de los líderes fujimoristas que con un chasquido de sus dedos le indicaban cuando acercarse”. El pasado de los hipócritas siempre es un pasado servil.  

Es una mezcla explosiva la del perseguidor con el fariseo. Esto, sumado a la cuota de poder que nuestros medios monopólicos depositan irresponsablemente en las manos de furiosas nulidades, provocan escándalos como el de YPIS. La muerte de los perseguidores es, en el fondo, un suicidio provocado por la soberbia. La soberbia de creer que el poder se merece y que todo, todo vale a la hora de trepar. 

Por: Martín Santiváñez

Martin Santivañez
31 de enero del 2017

NOTICIAS RELACIONADAS >

¿Quién quiere destruir la Constitución de 1993?

Columnas

¿Quién quiere destruir la Constitución de 1993?

Detrás de toda construcción política existe una i...

26 de septiembre
Un cinco de abril jacobino

Columnas

Un cinco de abril jacobino

  La interrupción de un proceso democrático tiene ...

11 de septiembre
Autocracia o República

Columnas

Autocracia o República

  El imperio de la ley es la característica fundamental d...

04 de septiembre

COMENTARIOS