Sobre el ministro Basombrío

Debe buscar apoyo aquellos ideológicamente más cercanos

Para gobernar con éxito se requiere liderazgo. Eso se aplica tanto al gerente de una empresa como al presidente de una nación o al ministro del Interior, que debe gobernar su sector apoyándose en la Policía, su componente más importante y numeroso. Soplarles la pluma cuando las papas queman no es precisamente una acción inteligente.

Pero el daño ya está hecho. Por un lado, con un ministro así será difícil, si no imposible, encontrar efectivos policiales con alma de bonzos que arriesguen su carrera y su vida en el cumplimiento de su deber, pues el ministro saldrá corriendo mientras grita yo no fui. Por otro lado, el mensaje a los revoltosos y activistas profesionales está claro: la cancha está libre, la temporada abierta, es hora de correr para ganar posición dirigiendo cualquier causa (o pretexto) de incomodidad o fastidio popular por las razones que sean. No es casual que el río Marañón esté a punto de ser bloqueado. Esta magistral patinada ha dado el play de honor al reinicio de la beligerancia de la conflictividad social, lo que presumiblemente traerá al menos un muerto por caso. Eso garantiza el miedo en Corpac.

Siempre es posible que el muerto sea fruto de un acto deliberado de activistas radicales mezclados con la masa que protesta (no sería la primera vez en la historia). Es improbable que, como especulan en los pasillos del ministerio, sea una cruel maniobra temprana de las fuerzas propias para desestabilizar al ministro. Si la primera posibilidad fuese cierta, el ministro Basombrío hizo exactamente lo que buscaban los autores; si la improbable segunda posibilidad fuera cierta, reaccionó de la peor manera, pues ha evidenciado ausencia de liderazgo y control.

Pero el error viene envuelto en una secuencia mayor de errores, propios y de más arriba. Lo sucedido tras la irresponsable actitud del tristemente célebre ministro De la Jara, debería haber grabado de forma indeleble en nuestros políticos que los problemas no desaparecen por minimizarlos verbalmente. Este error tan limeño de negar lo que no nos gusta puede ser, una vez más, nefasto.

Conozco el temple, don de gentes y potencia intelectual del premier Fernando Zavala. Creo que el presidente Kuszynski, que tiene un estilo evidentemente delegativo, debería dejarlo elegir libremente su equipo para que funcione coordinadamente hacia el objetivo que se haya trazado, sin ceder a pedidos de cuotas de poder de amigos o dizque líderes del “partido”. PPK debe además aprender a usar los fusibles propios de nuestro sistema democrático y no arriesgar innecesariamente su legitimidad emitiendo opiniones, cuando estas corresponden al premier.

Me gusta definir la política como el arte de analizar desapasionadamente los temas que nos apasionan. El presidente debe dejar de oír esos otoñales cantos de sirenas que enrarecieron la campaña electoral hasta el inaceptable (e innecesario) insulto a los amigos, y empezar a pensar con la cabeza de arriba, para buscar apoyo en quienes son ideológicamente más cercanos. Todo ello en lugar de seguir coqueteando con los profesionales de la traición, a quienes ha cedido costosísimas cuotas de poder en su bancada y el gabinete. Con los primeros no puede hacer mucho, salvo no darles más poder; pero con los segundos sí, y para eso cuenta con un buen premier.

Dardo López-Dolz