Dante Bobadilla

Sin novedad en el frente

Sin novedad en el frente
Dante Bobadilla
28 de enero del 2016

Sobre las propuestas electorales para acabar con la corrupción

El foro de Proética mostró a los candidatos en su verdadera dimensión. Era la oportunidad para que los candidatos expongan sus ideas sobre un tema muy concreto: la corrupción. Y en verdad, la mayoría salió desaprobada en este examen elemental. Incluso, a muchos candidatos se le nota la falta de ideas.

En términos generales, frente a un problema concreto –incluso familiar- es lugar común renegar de ello, maldecir el pasado y acabar buscando culpables. Varios candidatos no pasan este nivel, describieron y condenaron el drama de la corrupción y señalaron al Apra y al fujimorismo como los responsables. Este es el nivel más primitivo.

Luego tenemos el pensamiento clásico de todo político tercermundista: medidas draconianas y creación de monstruos burocráticos. Lo primero es castigar con más años de prisión, quitar inmunidades, eliminar la reelección, etc. El acto reflejo de cualquier político del montón es proponer la creación de un nuevo organismo con nombre pomposo: Comisión Nacional de Lucha contra la Corrupción, Autoridad Autónoma de la Transparencia, Procuraduría Nacional Anticorrupción, Tribunal de Honor, etc. Al mismo estilo del chavismo bolivariano. Idéntico.

También es clásica la propuesta de modificar la Constitución. La quieren cambiar porque consideran que es una “Constitución corrupta”. Esto ya es el nivel máximo de delirio, igual que pretender elegir a los jueces por voto popular o la Corte Suprema por referéndum. Semejante escenario refleja el precario nivel mental de la mayoría de los candidatos, que corresponden a un país subdesarrollado y prácticamente sin cultura ni instituciones como el nuestro. Es lo que hay.

Entre las propuestas más sensatas están la de reformar la composición del Consejo Nacional de la Magistratura y sus mecanismos de elección de miembros, que es un sancochado indigerible salido alguna mente diabólica. Hacerlo complicado no resuelve nada. Luego está el cambio de la ley de contrataciones del Estado. Es elemental no contratar con empresas recién creadas o cuyos directivos han sido condenados. También es bueno simplificar los TUPA.

Muchos candidatos hablan de cambio pero carecen de ideas novedosas que vayan a la verdadera raíz del problema: el tamaño del Estado y nuestro pobre sistema político. Ambas se han convertido en puerta abierta a toda clase de saltimbanquis y trepadores de baja estofa. ¿Alguien se atreve a proponer que los gobernadores regionales no sean elegidos por voto popular sino por concurso público de méritos? Es elemental si sabemos que vivimos una crisis de instituciones democráticas. Hay que impedir el ingreso de mamarrachos a administrar las arcas del Estado con el recurso fácil de una combi electoral. La idolatría por el voto popular no tiene ningún sentido en un país sin instituciones democráticas y con altos índices de ignorancia. Pasemos a la meritocracia.

De otro lado, mientras los burócratas tengan tanto poder para extorsionar a los ciudadanos reteniendo expedientes y exigiendo requisitos y trámites interminables, la corrupción será siempre una buena opción. Hay que apelar a la tecnología. El ciudadano no debe ser torturado con trámites en un mundo interconectado. Las dependencias del Estado pueden y deben estar interconectadas y no deberían exigirle al ciudadano información que tiene el Estado. Es el colmo que todavía sigan pidiendo partidas de nacimiento. Este gobierno ha fracasado en sus esfuerzos por eliminar trámites absurdos. Se requiere una reingeniería de los TUPA eliminando exigencias y acortando plazos. No se trata pues de seguir aumentando el Estado con más burocracia y nuevos organismos de control sino todo lo contrario: hay que reducir el tamaño y el poder del Estado. Hay que devolverle el poder a los ciudadanos. Ese es el verdadero cambio que se necesita.

Crear más organismos, más leyes, más amenazas, más condenas es más de lo mismo. Nada de eso sirve. El verdadero cambio es impedir que los aventureros entren a la política y empoderar al ciudadano quitándole poder a los burócratas para que no puedan seguir extorsionando. La raíz del problema es el Estado y el sistema político. Sin una verdadera e integral reforma del Estado, este país no va a cambiar en nada los próximos 5 años.

Por: Dante Bobadilla

Dante Bobadilla
28 de enero del 2016

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