Sin espacio para el adelanto de elecciones

Fuerza Popular pone fin a las especulaciones

“Si le va mal al gobierno, le va mal a Fuerza Popular… No buscamos tumbarnos al gobierno”, ha dicho Daniel Salaverry, vocero oficial de la mayoría parlamentaria. Con ello ha fijado de manera indubitable la posición oficial del partido sobre este asunto, que ha flotado sobre la cabeza de Pedro Pablo Kuczynski desde su primer día en el Gobierno. Significa que Fuerza Popular ha tomado un decisión política que la ciudadanía esperaba y que hay que saludar.

Ante el colapso de la inversión que ha causado la desaceleración alarmante de la economía, hay que cortar de raíz con la incertidumbre que desalienta las expectativas y echa sombras sobre la seguridad jurídica; esto es, la continuidad de las reglas de juego. Se vive permanentemente al borde del abismo cuando la sombra de la duda se proyecta sobre un resultado electoral, porque parecería que se estuviera alimentando deliberadamente la impresión de que, siendo legal, el Gobierno carece de legitimidad. Y que, por lo tanto, sus fundamentos políticos son susceptibles de ser puestos en tela de juicio.

Todo este primer año del Gobierno —plagado de desaciertos, como ha sido— ha visto multiplicar los daños de sus errores por la permanente sospecha de que quizás no llegaría a su término, ya fuera por la amenaza de las informaciones que supuestamente llegarían desde Brasil y que podrían comprometer al mandatario. Es tiempo de hablar claro: si tal cosa existiera, el presidente responderá por ella al término de su mandato, como ha ocurrido con todos los mandatarios anteriores desde el nuevo siglo, sin interrupción ni adelanto de elecciones. Esto no es solo legítimo, sino que es lo civilizado. Al menos en eso la democracia peruana ha madurado con el tiempo.

También están el rumor —desmentido hace muy poco— de que el presidente tiene mala salud y debía viajar a someterse a un tratamiento médico, el rumor de que el primer vicepresidente estaría siendo apartado del camino mediante una embajada, el rumor de que el proyecto de una oposición de línea dura abrigaba el designio de precipitar los acontecimientos que llevarían al adelanto de las elecciones. No hay ya espacio político para ese supuesto designio ni tiempo para llevarlo a cabo. A partir del mes de setiembre próximo se sucederán, uno tras otro, acontecimientos que lo hacen materialmente inviable.

En setiembre se reúne en Lima el Comité Olímpico Internacional y los reflectores mundiales estarán puestos en el Perú. El 2018 la agenda comienza en febrero, con la visita del Papa Francisco. En abril tendrá lugar en Lima la Cumbre de la Américas, con presencia de todos los mandatarios del hemisferio, incluyendo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Luego de eso se inicia el proceso electoral regional y municipal, que llegará a su término en las elecciones del octubre.

En el 2019 tendrán lugar en Lima los Juegos Panamericanos, que tanta controversia han traído consigo por la magnitud de la inversión que conllevan, y sacarlos adelante lo mejor posible es prioritario para la economía. Solo un año después de eso, por último, ya en las postrimerías de este Gobierno, comenzará el proceso conducente a las elecciones presidenciales del Bicentenario de la Independencia.

¿Cómo, entonces, pensar en adelantos de elecciones? ¿Cómo esperar que se precipite el reemplazo sucesivo en la Presidencia del mandatario por el primer y luego el segundo vicepresidente, para que tan solo luego, vacados estos también, pueda asumir el presidente del Congreso y convocar a elecciones?

La declaración contundente de Salaverry pone fin a todas estas infortunadas especulaciones. No cabe sino felicitar la decisión del partido mayoritario de la oposición de encomendar esta declaración a su primer vocero parlamentario al inicio exacto del segundo año del gobierno.

Jorge Morelli

@jorgemorelli1

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