Victor Robles Sosa

Sicariato: La voluntad no basta

Sicariato: La voluntad no basta
Victor Robles Sosa
21 de octubre del 2014

Sobre el crimen organizado y la estrategia actual del estado para combatirlo

El presidente Ollanta Humala ha hecho muy bien en declararle la guerra al sicariato y en afirmar que, en esa lucha, su gobierno no le dará tregua a esa lacra criminal que mantiene en zozobra al país. Esta declaración presidencial es importante porque denota que hay una voluntad política de encarar el problema. Sin embargo, esta voluntad tiene que ir de la mano con una estrategia efectiva de combate que, lamentablemente, no se ve por ningún lado.

Para diseñar una estrategia efectiva se necesita tener un diagnóstico claro del problema y también conocer la naturaleza del enemigo. Lamentablemente, en el tema que nos ocupa, el Ejecutivo no parece tener un diagnóstico y tampoco parece entender la naturaleza del problema

Lo único que está claro es que hay una gran confusión entre nuestras autoridades sobre el problema. El presidente Ollanta Humala, por ejemplo, sostiene que el sicariato es producto de la globalización, y el ministro del Interior, Daniel Urresti, dice que no debería preocuparnos que los delincuentes se maten entre ellos, ¡como si no hubiese víctimas inocentes!

Para salir de esa confusión el gobierno debería analizar las experiencias de otros países, las cuales nos enseñan que un sicariato creciente indica que el crimen organizado ha alcanzado niveles alarmantes en una sociedad. En nuestro caso ha penetrado inclusive la política para protegerse y para utilizar los recursos públicos en sus actividades ilícitas. Esto explica los asesinatos de candidatos, a manos de sicarios, en la última campaña electoral.

El crimen organizado también tiene siempre ramificaciones que le brindan impunidad desde el estado, principalmente en la policía, el sistema de justicia y el sistema penitenciario, pero también en el Congreso y otras instancias del poder. Hemos visto congresistas vinculados a las redes del narcotráfico y a las mafias del oro ilegal, por citar solo dos ejemplos.

En consecuencia, cualquier estrategia para combatir las organizaciones criminales debería considerar los factores señalados. Sin embargo, lo que vemos es que el gobierno ha limitado su acción al campo policial, a la búsqueda y captura de sicarios post-crimen, en vez de ir a la raíz del problema, que es el crimen organizado que alienta y alimenta el sicariato.

Una estrategia efectiva tendría que incluir acciones que desmonte la cadena delictiva de las mafias con un trabajo de inteligencia que detecte e identifique a los enlaces del crimen en las instituciones del estado. De manera simultánea se requiere nuevas leyes que establezcan penas duras y ejemplares para los sicarios y sus mentores, inclusive si son menores de edad. A las situaciones excepcionales hay que darles respuestas excepcionales.

La magnitud del problema demanda además un liderazgo claro que -más allá de la voluntad política- movilice al Estado y la sociedad contra el crimen. El presidente Humala intentó asumirlo al inicio de su gestión, desde el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, pero después se inhibió por alguna razón que desconocemos.

Si aún considera que no debe hacerlo, entonces debería delegar esa tarea a un representante personal que conduzca la lucha con el apoyo político del más alto nivel. Solo así se podría movilizar al estado y a la sociedad en esta guerra, solo así podremos ganarla y acabar con el sicariato y su mentor, el crimen organizado.

 

Por Víctor Robles Sosa

(21 - oct - 2014)

Victor Robles Sosa
21 de octubre del 2014

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