Jaime Chincha

Si Susana renunciara...

Si Susana renunciara...
Jaime Chincha
29 de agosto del 2014

Sobre la polarización del electorado limeño entre la alcaldesa y Castañeda Lossio

Si la denuncia que lo vincula a un narco no hubiese aparecido, Luis Castañeda continuaría aplicando la estrategia del mudo. Hasta las últimas tres semanas previas a la votación, según se rumoraba desde las oficinas de campaña del exalcalde que éste no tenía pensado hablar. Si uno lo escucha rebatiendo la denuncia –algo así como “no fumo, no tomo ni bailo pegado”–, se entienden las razones de su silencio. Así, conceder entrevistas antes de lo que tenía planeado inicialmente, quizá le quite algunos puntos en la próxima encuesta. Comunicore inquieta mucho a Castañeda; riesgosa debilidad en campaña.

El exalcalde ofrece un perfil de gestor que, a comparación de la pésima gestión villaranista, resulta hasta emocionante para sus electores. Sin embargo, si uno repasa el plan de Castañeda, lo que ofrece es un remake de sus dos gestiones anteriores. El mudo sueña, entre otros grandes éxitos del pasado, con más pasos a desnivel, con semáforos interconectados y con un monorriel que, además de haber recibido tomatazos por ser una propuesta ajena, desvirtúa el proyecto original del Metro; lo degrada, lo abarata y, consecuentemente, deja a Lima sin una de sus líneas ya planeadas. Escasa visión de futuro para la ciudad y ninguna solución contra la delincuencia. Ya sabemos que la policía está a cargo del gobierno, y que el Municipio solo coordina con los comisarios; pues Castañeda no ofrece reformas que incluyan, por ejemplo, ejercer una cierta autoridad sobre los policías destacados a las comisarías. Él cree que instalando camaritas en sus semáforos va a poder identificar al ladrón para ver si la policía hace algo. O sea, más de lo mismo pero en alta definición.

¿Y por qué Castañeda ostenta ese teflón que lo distancia tanto de sus oponentes? Solo hay una responsable de tan cómoda posición para el exalcalde: Susana Villarán. Es tanta la animadversión que despierta en los limeños, que no encuentran otra alternativa que aferrarse al malo conocido; al mal menor si hablamos en términos penosamente electorales. Si Susana fuese consecuente con el discurso que gatilló su atrevimiento por la reelección –es decir, que ella haría hasta lo imposible con tal que Castañeda Lossio no vuelva al Municipio–, bien haría en renunciar al desquicio de postularse nuevamente por una ciudad que no ha sabido gobernar, mucho menos gerenciar. Quiere decir que si Villarán deja la contienda, buena parte del electorado limeño tendría que replantear su voto; esto permitiría abrir la campaña a las candidaturas que vienen –Heresi, Altuve o Cornejo–, con lo cual el amplio margen del que goza Castañeda podría verse seriamente reducido. Ya no habría antivoto sino una contienda con nuevos discursos. Quien sabe si los que hoy son pequeños puedan remontar durante setiembre, apelando a que representan al futuro y Castañeda al pasado. Incluso, si las denuncias de Comunicore empeoran para el entorno solidario –se habla de un segundo informe de la UIF–, el exalcalde podría cargar con un sambenito más peligroso: el de Narco Alcalde.

Por Jaime Chincha

Jaime Chincha
29 de agosto del 2014

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