¡Sí señor, a la población se la respeta!

Sobre la corrupción y la impunidad en la Policía Nacional

A los dos años de edad fui detenido junto a mi madre y abuela, acusado por un policía de romper con mi cabeza – frágil y en formación - un vidrio de autobús y conminado a pagar daños. Hace 55 años ya había policías compinchados contra indefensos pobladores.

“Una acción tiene igual reacción en sentido contrario”, dice la tercera ley de física de Isaac Newton. La población actúa violentamente porque una acción similar actúa contra ella. La gente se queja y pide ayuda a los medios implorando que alguien oiga sus reclamos. La autoridad ausente es una acción brutal contra la gente, cuando el Estado no provee salud, educación y seguridad convenientes. Allí es cuando se desencadenan iras incontenibles y exabruptos verbales en boca de todos. No hay uno libre de culpa. La violencia sentó reales en el Perú real.

El auto de mi hermana se averió subiendo a Ticlio – 4818 msnm - con dos bebés y madre anciana. Con enorme desparpajo, aprovechándose de la situación, policías de carretera pidieron 200 soles para auxiliarlas.

¡Cuántos pequeños comerciantes trabajando atemorizados y extorsionados por policías y serenazgos! ¡Cuántos clanes delincuenciales con abogados y policías parientes para cerrar el círculo de protección! No es de ahora, es de antes. Todos los saben, menos la autoridad, haciéndose la sueca.

La Policía y la institucionalidad nacional tienen una cuota enorme de responsabilidad por la violencia existente. La población es beligerante porque no es atendida correctamente en las oficinas públicas y sus reclamos son abandonados. La gente pide asistencia y quien ocupa asiento en oficina con bandera oficial, se burla de ella. En el 2000 denuncié en la comisaría de La Molina que turbas de construcción civil extorsionaban a constructores y violentaban a obreros queriendo someterlos a sus mafias. La policía menospreció mi anuncio. Se rió en mi cara.

Si vive en la luna creerá que la Policía peruana es como la suiza, que se la debe respetar porque sí. Si pisa tierra dirá que muchos deberían ser alojados en Piedras Gordas. Un patrullero en Matucana retuvo la tarjeta de propiedad de mi vehículo diciendo que era falsa y que sería llevado a la comisaria de Chosica. Los viajeros a merced de ellos.

Ni policía ni poblador deben ser maltratados. El uniforme no puede usarse para abusar. La imagen del policía debe ser de protección y no de temor.

El periodista Juan Guevara reportó que en Huancayo una mujer le reprochó públicamente al jefe de la PNP la pésima actuación de su institución.

Fui asaltado por una turba de construcción civil y un patrullero PNP. Hecha la denuncia los policías sólo tuvieron ¡seis días de arresto de rigor! O sea, impunidad.

La violencia ciudadana se resuelve reduciendo la violencia del Estado, cuando terminen la parsimonia y el desentendimiento en las oficinas públicas, cuando se solucionen los problemas oportuna y eficazmente, cuando la mediocridad e improvisación dejen de ser autoridad, cuando proveedores y funcionarios dejen de robar tiempo y presupuestos públicos. Ese es el reto del próximo gobierno y eso pasa por reformular la Policía Nacional y el Estado. El Estado debe ser aliado de la población, principal socio estratégico del empresariado y primer proveedor de seguridad, salud y educación en el país.

No valen asistencialismos si en una mano hay pan seco y en la otra chicote de tres puntas.

Por: Manuel Gago