Giovanna Priale

¡Sí se puede! Por una revolución social inclusiva

¡Sí se puede! Por una revolución social inclusiva
Giovanna Priale
26 de agosto del 2016

Agrobanco: una experiencia de éxito en educación financiera rural

En más de una oportunidad, nuestro presidente Kuczynski ha mencionado que su gobierno hará una verdadera revolución social que dote de acceso a agua, salud y educación de calidad a la población. La meta es ambiciosa, por ello el mismo presidente ha señalado que el horizonte para el logro, por ejemplo, del acceso universal a agua potable es de siete años.

Y es que si uno visita las diferentes regiones de nuestro país puede sentir en vivo y en directo las enormes desigualdades que aún se esconden detrás del PBI per cápita. Si a esto se añade otro set de indicadores para medir competitividad, según las estimaciones para el primer trimestre del 2016 del Instituto Peruano de Economía (IPE), Lima ocupa el primer puesto mientras que Cajamarca se ubica en la posición 24.

Esta diferencia se hace aún más grande si se recorre las zonas alto andinas y las fronteras de la selva amazónica, en las que se concentra la pobreza y la agricultura es la principal actividad económica. Como resultado de la revisión del Censo Agrario del 2012, y siguiendo la metodología de GRADE, es posible identificar que cerca de medio millón de agricultores posee menos de media hectárea; y de este total, aproximadamente el 70% se encuentra en condición de subsistencia.

Esto hace que este grupo de microempresarios agrícolas sea muy vulnerable, y por ello el Estado ha tratado de llegar a ellos a través de diferentes canales: los programas de asistencia social (Qali Warma, Juntos, Pensión 65), capital de trabajo a través de Agrobanco y capacitación en gestión con el Programa Tambos, a través del cual se busca articular las poblaciones remotas con la modernidad. No obstante, el ingrediente esencial para que este objetivo de inclusión social se haga realidad es la experiencia y vocación de servicio del funcionario público. Sin esos dos componentes todo este discurso se queda en el papel.

Es por eso que hoy quiero felicitar a los funcionarios de Agrobanco, por el enorme esfuerzo que vienen realizando durante los últimos tres años para acompañar la colocación de créditos a través del esquema grupal con garantía municipal. Para ello se ha desplegado una potente estrategia de capacitación en competencias y habilidades financieras, gestión empresarial y buenas prácticas agrícolas.

Soy testigo de excepción del enorme esfuerzo que realizan las comunidades campesinas beneficiarias de Profundización Financiera, producto de crédito de Agrobanco dirigido a este grupo objetivo, para convertir el dinero al que acceden en uno realmente productivo. Hace falta la presencia de un Estado que unifique el sentido de los programas sociales con los productivos, y que identifique indicadores que midan que la población atendida efectivamente ha dejado de ser pobre por la combinación de los dos tipos de proyectos.

Hace semanas Agrobanco empezó, con sus propios recursos, el primer esfuerzo serio para realizar acciones de educación financiera rural. Fueron dos las comunidades beneficiadas: Paccarectambo (Cusco) y Bajo Bagua (Iquitos). La capacitación se llevó a cabo en el idioma de la zona y los comuneros fueron capaces de construir sus flujos de caja para cada uno de sus emprendimientos, y compartieron sus experiencias sobre la forma cómo ahorran, mitigan sus riesgos climáticos y de enfermedades. Además recibieron entrenamiento respecto a cómo mejorar la gestión de su microempresa y cómo cuidar el medio ambiente para hacer la cosecha más productiva.

Esta experiencia realizada en dos comunidades piloto está siendo ahora replicada a través del trabajo conjunto de los gestores de crédito del propio banco y de los representantes de los tambos a nivel nacional. La tarea es titánica, pero el compromiso de estos servidores públicos es total. Los agradecimientos de los comuneros, que se sienten escuchados y atendidos por un Estado que finalmente se hace presente para acompañarlos en su proceso de mejora económica y en el logro de sus metas familiares, resultaron sumamente elocuentes. Esa es la meta a la que debemos apuntar.

Desde aquí mi enorme gratitud a esos miles de funcionarios que, sin dudas, tienen muy clara su misión. Espero que este programa de finanzas rurales continúe, que sea financiado por algún organismo internacional para que se implemente masivamente y que sea replicable en otros países. De su éxito depende que miles de hogares que hoy viven en pobreza puedan salir de ella para siempre, porque cuentan con el acceso al crédito, y también con la capacitación y el apoyo del Estado para elevar su productividad y empezar a generar riqueza, constituyendo un verdadero círculo virtuoso.

 

¡Vamos Perú, sí se puede!

 

Giovanna Prialé Reyes

 
Giovanna Priale
26 de agosto del 2016

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