Servidumbre política financiada con gasto público

El viejo truco de las “políticas públicas”

Debemos reflexionar acerca de un cambio radical en la conformación de diversos organismos del Estado, para que sean realmente del Estado y no presa del gobierno de turno. En muchos casos —como sucede con el directorio del BCR—, tal como se define en la actual Constitución no está mal, porque en teoría hay un contrapeso entre Ejecutivo y Legislativo. Pero no es suficiente. Tampoco es el fin del mundo, pero se pueden proponer mejoras. Diría que, desde la sociedad civil, es nuestro deber proponer mejoras para "despolitizar" estos organismos. Pero es en el gobierno de Humala en el que mayor contaminación política se verificó, además de un festín de recursos estatales por los amigos del régimen.

También debemos reflexionar sobre el carácter “presupuestívoro” y parasitario de algunas instancias. Un ejemplo claro de este modus operandi de la servidumbre política financiada con gasto público es el caso de OSINERGMIN: el festín de dineros públicos a cambio de favores políticos a través de contratos "profesionales" en cosas tan “útiles” como la (falaz) estrategia comunicacional, el (ineficaz) manual de comunicaciones, los talleres de navegación (ciberflaútica) en Internet y otros, todos ellos “aceitando” estratégicamente algunas billeteras mediáticas. Además está el derroche en publicidad estatal y consultorías (el Ministerio de Educación ha dilapidado S/. 850 millones, cifra escandalosa en un país con tantas necesidades como el nuestro).

La reflexión debe ser integral y tener como objetivo más importante desactivar el incentivo perverso a favor de políticos voraces que solo buscan tomar el control de estas instancias. Debemos reducir al mínimo el presupuesto destinado a esos gastos, demasiado jugosos para pasar desapercibidos para las hienas mimetizadas en todas las tiendas políticas y en los medios de comunicación, los eternos depredadores del Estado. Un espacio en el que concurren hoy tanto la izquierda "consultora" como el mercantilismo de grandes "empresaurios".

Hagamos un apunte retrospectivo. En efecto, tanto una como otra —las ideas de izquierda y las prácticas mercantilistas— se disputan palmo a palmo el deshonroso papel de parasitar recursos del Estado y haber llevado nuestro país al borde de la inviabilidad en el período 1968-1990. En los noventa se logró desactivar buena parte de ello, pero faltó tiempo y voluntad política. Alberto Fujimori, que había liderado este proceso de desintoxicación del país entre 1992-1996, lo paralizó hacia 1997 y sucumbió a la ambición de la re-reelección de la mano del mercantilismo reciclado (que subsiste hasta el día de hoy), el sofisticado aparato corruptor de Vladimiro Montesinos y algunos cuadros de buena fe que terminaron siendo víctimas del entramado. Pero también participaron conspicuos miembros de la izquierda “consultora” y allegados que hoy niegan tal vinculación, los que se conocen como “fujicaviares” y gozan de una influencia importante merced a su ubicación estratégica en instancias mediáticas, académicas y políticas.

Hay en este momento congresistas oficialistas como Carlos Bruce que —tal como sucedió en el derrochador gobierno de Humala— nos quieren convencer de que el gobierno de PPK es una maravilla, pero que tiene “problemas de comunicación” para hacer conocer sus logros. La traducción correcta a este fraseo es que Bruce propondría seguir una suerte de #ModeloSaavedra: S/. 850 millones en gastos de “consultorías”, tópicos de “comunicación” y publicidad estatal. Como resultado “insospechado” —aunque no se vea resultados tangibles positivos en su gestión— el ministro Saavedra tiene la mejor prensa que ministro alguno ha tenido en los últimos 25 años. Ya se habla, por otro lado, de un presupuesto de S/. 97 millones para la “imagen presidencial”. ¿Coincidencia? ¿Usted qué cree? ¡Cosas del Orinoco!

Darío Enríquez