Jorge Morelli

Separar al gobierno del coletazo de la bestia

Separar al gobierno del coletazo de la bestia
Jorge Morelli
08 de febrero del 2017

El proceso judicial de la corrupción y sus consecuencias

No tenemos más tiempo que perder en Alejandro Toledo, a quien no vale la pena dedicarle una línea. Los jueces se ocuparán de él y su suerte personal no involucra a nadie. Lo que importa ahora es el Perú y su destino, en manos de un gobierno que se está viendo arrastrado por el huaico de los hechos. ¿Cómo va el gobierno a conducir al país en adelante si vive pendiente de las investigaciones de la fiscalía, de las comisiones del Congreso y de las consecuencias políticas de las declaraciones suyas y ajenas?

El proceso judicial de la corrupción necesita ser encapsulado, aislado en lo sucesivo, para que sus efectos no comprometan la gobernabilidad del país en lo que resta de este período. Hace falta entonces un nuevo gabinete, integrado por personas absolutamente ajenas a todos los hechos de corrupción que serán procesados. Un equipo que pueda ocuparse del gobierno a dedicación exclusiva y sin verse constantemente estorbado e interrumpido por las consecuencias políticas del proceso judicial, que durará más que el gobierno.

Sobran las razones por las que el gabinete Zavala no debe continuar. La principal: el premier ha sido un funcionario constructivo y un hombre serio, pero fue el último ministro de Economía de Toledo en la época en que ocurrieron los hechos y el país no puede vivir sometido a la situación de que el premier que ha de conducir el gobierno esté en boca de todos respecto de si sabía o no sabía, o si debió saber o cuánto sabía. Y lo mismo ocurre con varios otros ministros, por sus vínculos con las administraciones anteriores. 

El propio presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, fue el último premier de Toledo cuando los hechos tuvieron lugar, y será interrogado hasta el cansancio en cuanto a la medida exacta de su conocimiento y participación en ellos. Pero no debe renunciar. Es el presidente, el capitán de la nave, y no puede abandonarla. Reemplazarlo por Martín Vizcarra o por Mercedes Aráoz no es una solución, es agravar el daño en vez de controlarlo. El suyo es el caso sui generis, porque es el presidente de la República. Pero necesita dejar el día a día en manos de un premier que pueda ser un jefe de gobierno por lo que resta del período.

Pedro Pablo Kuczynski necesita dedicarse a tiempo completo a defenderse convincentemente ante la opinión de los peruanos por su responsabilidad en esos hechos. Si eso no es posible, la vacancia de la Presidencia llegará cuando deba, pero no hoy. Siendo el presidente, su futuro inmediato —por el momento reducido al control de daños— compromete al país.

Poner a salvo al Perú de las consecuencias de lo que vendrá, aún a costa del sacrificio de su conducción del gobierno, es lo que los peruanos esperan de un jefe de Estado.

Por Jorge Morelli

@jorgemorelli1

Jorge Morelli
08 de febrero del 2017

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