Dante Bobadilla

Seguimos con el show antifujimorista

Seguimos con el show antifujimorista
Dante Bobadilla
23 de febrero del 2017

Mientras los corruptos del siglo XXI se levantan el país en peso

Albert Einstein señaló que solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Sin embargo, me animo a contradecirlo. Me gustaría creer que podemos ponerle un límite a la estupidez. Siguiendo a Lincoln, creo que no es posible engañar a todo el mundo todo el tiempo. Claro que el Perú parece ser un nicho especial del universo que pone a prueba todo postulado inteligente. Basta con observar el comportamiento del antifujimorismo para darse cuenta de que la estupidez parece sobrepasar todos los límites y que, en efecto, es posible engatusar a todos, todo el tiempo, con los mismos relamidos cuentos y poses de siempre.

Es impresionante comprobar cómo, luego de dieciséis años fuera del poder, se puede seguir utilizando al fujimorismo como el único chivo expiatorio en el show de la lucha anticorrupción —especialmente los verdaderos farsantes de la moral—, mientras los últimos tres gobiernos se regodean en los enredos del ya indefendible Alejandro Toledo y en la desgracia de dos funcionarios menores. Allí parece que quedará toda la cosa. Pero para que el pueblo no se quede sin circo, los magos del derecho han sacado debajo de la manga el as del antifujimorismo relamido para montar el consabido show de  siempre. Hasta quieren volver a juzgar a Alberto Fujimori por más casos.

Desde que empezaron a sonar los campanazos de alarma en los predios de izquierda, luego del destape de Odebrecht, se activaron los sistemas defensivos progresistas,  empezando una esforzada y renovada campaña antifujimorista en las redes y medios, desempolvando viejos temas, como el de los tíos de Keiko Fujimori. Luego exigieron que las investigaciones del caso Odebrecht incluyan el gobierno de Alberto Fujimori. Buscaban desesperadamente una cortina de humo. Entonces la Fiscalía tomó el encargo, abrieron los cajones y empezaron a desempolvar rápidamente todo infundio vinculado a Keiko Fujimori y su familia.

De este modo, los chacales de la Fiscalía se pusieron a trabajar en el caso del aumento de capital de una empresa de los hermanos Fujimori, y no tuvieron reparos en citar a Keiko Fujimori en el caso del gasoducto del sur, para que les diera detalles de las reuniones sociales en que ella coincidió con Jorge Barata. Seguramente quieren saber qué marca y color de terno usaba, o qué música se animaba a bailar. Así andan nuestros sabuesos fiscales.

Todo pinta a que la fiscalía andaba empeñada en meter al Keiko Fujimori en el lío a como dé lugar. Y dado que no hay forma de involucrar a Keiko en la embarrada de Odebrecht, pues se decidieron por lo más cojonudo: investigar un infundio propalado por el programa Cuarto Poder el domingo anterior a las elecciones, donde un lumpen sacado de los bajos fondos declaró que había escuchado que a su amigo le dijeron que Keiko le había entregado US$ 15 millones para lavarlos. O sea, la fiscalía va a investigar el infundio de un borrachín venido a menos, y seguramente pagado por una mafia que se escuda en el periodismo para su sicariato político.

Si hubiera justicia, lo que la fiscalía debería investigar es al programa Cuarto Poder para saber de qué manera montó el asqueroso psicosocial emitido en la semana de las elecciones, con el evidente propósito de perjudicar una candidatura y torcer la voluntad de los electores. Pero como vivimos en un país donde la dictadura caviar controla los engranajes del poder, todo lo que veremos mañana, tarde y noche es la función del circo anticorrupción, en el que la fiscalía y los medios persiguen al fujimorismo —como en las caricaturas de dibujos animados, en las que el gato persigue al ratón eternamente—, mientras los corruptos del siglo XXI se ríen y se levantan el país en peso con el cuento de las megaobras inútiles.

Entonces vuelvo a la pregunta de inicio: ¿será posible que la caviarada nos cuente el mismo cuento diariamente por dieciséis años y sigamos creyéndoles? ¿Será posible que la estupidez no tenga límites y sigan cayendo en estos cuentos progres? Yo creo que realmente no se puede engañar a todos todo el tiempo. Por algo el fujimorismo es hoy la principal fuerza política del Perú, digan lo que digan de ellos. Por eso nada más cierto que el vals que reza “odio quiero más que indiferencia”.

Dante Bobadilla

 
Dante Bobadilla
23 de febrero del 2017

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