Manuel Gago

Sed de educación

La izquierda quiebra el futuro de los pobres

Sed de educación
Manuel Gago
12 de marzo del 2018

 

En estos días, más de 6.7 millones de escolares vuelven al colegio, pero la radiografía educativa nacional no es la quisiéramos. Las cifras lo dicen todo. Algo sigue mal en el sistema educativo público después de experimentar reformas educativas sin resultados satisfactorios a la vista. Los porcentajes más destacados de aprendizaje de los alumnos del 2º segundo grado —que participaron de una evaluación censal el 2015— estuvieron en las regiones de Arequipa (comprensión lectora 65.2% y matemáticas 31.8%) e Ica (comprensión lectora 58.2% y matemáticas 34.6%). Las regiones con resultados por debajo de esos niveles son Huancavelica (comprensión lectora 36.1% y matemáticas 22.9%) y Cajamarca (comprensión lectora 37.1% y matemáticas 26.1%). Ica y Arequipa son las regiones menos pobres del Perú, mientras que Cajamarca y Huancavelica son las más pobres. Y la pobreza extrema —según el INEI 2016— se concentra en la sierra (70% de la población), selva (22.2%), y en la costa (7.3%).

Si las estadísticas no mienten, los resultados son consecuencia de las políticas de desarrollo que se ejecutan en cada región del Perú. De otra manera, todo el país mostraría resultados parecidos. Podríamos decir, entonces, que en la costa sur la deducción es simple: donde hay inversión, hay trabajo; donde hay trabajo, hay progreso; donde hay progreso, los niveles sociales, culturales y educativos prosperan.

Para un tecnócrata sin alma, que ve cifras y considera a los alumnos como un potencial recurso más, es inútil seguir apostando por la educación tal como está ahora. ¿Para qué insistir en la escuela si tres de cada cuatro estudiantes terminará en la informalidad nacional? No tiene sentido invertir S/ 3,328 por cada escolar de secundaria de la escuela pública de Junín ni y S /2,576 por cada escolar de primaria en Arequipa si los estudiantes —más adelante— realizarán labores insignificantes, sin devolverle al país con sus habilidades todo lo invertido por el Estado. ¿Para qué insistir en comprensión lectora si los estudiantes se dedicarán a wasapear nimiedades todo el tiempo? ¿Para qué insistir en matemáticas si una simple regla de tres simple se enseña solo para aprobar el curso y no para usarla toda la vida?

Con razón se dirá lo que Milton Friedman plantea en su libro Libertad de Elegir: que el Estado le entregue al padre de familia lo que invierte en la educación de su hijo. El padre ya verá el mejor futuro de su hijo, matriculándolo en la institución educativa que crea conveniente.

Con todo, el ministro del sector educativo, Idel Vexler, hace sus esfuerzos frente a un profesorado que a duras penas puede dar la talla. Desde hace muchos años los izquierdistas intentan quebrar el mejor futuro para los pobres. En la mentalidad del peruano promedio han inoculado el hecho —según ellos—- de ser explotados y de reclamar derechos sin ofrecer deberes. Y así no llegamos a ningún lado. Así no se puede valorar los talentos de las personas que, antes del primer intento, ya se sienten aplastadas. Una mayoría mediatizada sin las ganas suficientes para hacer y conocer más. Si no fuera así, estaríamos como Singapur y Vietnam, que en cincuenta años dejaron de ser aldeas de campesinos y pescadores para volverse potencias educativas y económicas globales.

Ganas y motivos se deben contagiar a los escolares para mejorar la sociedad. Pero eso se logra con un profesorado lleno de ganas y motivos.

 

Manuel Gago
12 de marzo del 2018

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