Mar Mounier

Rodrich ¿con peras y manzanas?

Rodrich ¿con peras y manzanas?
Mar Mounier
07 de octubre del 2014

Sobre la controversial entrevista televisiva al terrorista Carlos Incháustegui

“Muy buenas noches, bienvenidos a esta edición de “Buenas noches” donde están viendo en este momento al señor Carlos Andrés Incháustegui. Esto ocurrió hace 22 años en los días en que fue detenido porque participaba en la custodia -digamos- de la casa donde estaba el líder Abimael Guzmán. Hoy 22 años después, está aquí sentado con nosotros”.

Con estas palabras, empezaba una de las entrevistas más infames en la historia de la televisión peruana, realizada por Augusto Álvarez Rodrich (AAR). ¿No pareció la presentación de una estrella de televisión? Vergonzosamente era la del miembro de una banda de criminales denominada Sendero Luminoso, organización terrorista fundamentalista que ocasionó la muerte de más de 25,000 peruanos.

La condescendencia con que ÁAR trató durante toda la “conversación” a Incháustegui es muy cuestionable. En su programa, no sólo presentó al terrorista como un “ex militante del Partido Comunista” sino que en todo momento mostró un absurdo ánimo conciliador, anfitrión-ex convicto. Sólo faltaron el té y las galletitas.

Escuchar al terrorista afirmar que sólo “aceptó” la entrevista porque “consideró que era el momento oportuno con la persona indicada [sic]” en Álvarez Rodrich, es grotesco. ¡Lo que faltaba! ¡Un terrorista eligiendo su vitrina! Luego, “el anfitrión” invitó al senderista a hacer casi una especie de romántica reseña histórica de su vida. Por momentos parecía que el entrevistado (“mi hermana es monja”) no era un militante de la cúpula más sanguinaria del país, sino una pobre víctima. Una auténtica lavada de cara. Faltó el “por favor, la mermelada”.

Y es que ese…“¿cómo llega usted a Sendero Luminoso?”... sonó a ¿cómo forma usted parte del club de las “Manzanitas Galácticas”?¿Y el colmo?, el terrorista haciendo apología a su cabecila: “Abimael, una persona muy centrada en sus cosas, muy serio, hacía muy bien su trabajo. Se dedicaba a lo que él consideraba su accionar primordial”. Y ÁAR impávido pregunta: “¿Es usted asesino?”, “No me considero asesino”.

Faltaba más, asesino, ¡sí señor! Asesino es el mínimo calificativo que merece quien ha sido importante engranaje del aparato terrorista que causó la muerte de miles de compatriotas.

En una sociedad que aún tiene las heridas abiertas a causa de la crueldad y sadismo terrorista, el matiz de estas “entrevistas” no hace más que dividirnos. Para un deudo que ha visto a lo largo de 20 años cómo las ONGs sólo se han afanado en defender, proteger, indemnizar y buscar la liberación de terroristas, ignorando a los deudos de las víctimas reales; es OFENSIVO ser testigo del trato que reciben hoy estos estandartes de la violencia y del horror por parte de los autodenominados “representantes de la conciencia moral del Perú”, quienes  parecen haber vivido de espaldas a una realidad que destruyó tantas vidas inocentes.

El desparpajo al declarar que no existe arrepentimiento de parte de quienes ocasionaron las tragedias, sin ningún tipo de cuestionamientos por falsos valores de la prensa, es un insulto a todos los peruanos, a la sociedad y al Estado que necesita- aun - el respaldo necesario para combatir a esta plaga mortal que sigue en proceso de infección.

¿Qué conclusiones puede sacar un joven que no ha vivido ese terrible proceso, y se deja llevar por quienes en vez de contar la Historia, la reescriben de manera perversa?

Señor Álvarez Rodrich, un terrorista SIEMPRE es un terrorista. ¿O necesita que se lo expliquen con peras y manzanas?

Ni olvido ni perdón. Jamás.

Por Mar Mounier (El hígado de Marita)

(7 - oct - 2014)

Mar Mounier
07 de octubre del 2014

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