ROBOS Y MÁS ROBOS

Las municipalidades deben hacer la diferencia

El 22 de diciembre pasado me robaron en el Centro Comercial La Rotonda de la Molina. Al detallar el lugar y el hecho cumplo con mi deber moral de ciudadana, porque no creo que sea correcto dejar este tipo de hechos en el silencio. Ese mismo día dejé mis datos al administrador del local para que indague qué había pasado y que tome las acciones para instalar cámaras de seguridad. Pasó un mes y nunca me respondió. Así que preparé una carta que le dejé por escrito este martes 24, y también deje una copia entre algunos de los propietarios del local, al que yo he acudido en los últimos catorce años.

El viernes 27 recibí un correo de respuesta del presidente de la junta de propietarios, en el que me indica que:

...por el momento no contamos con cámaras de seguridad y (tenemos) pocos elementos de seguridad por un tema que manejamos un presupuesto limitado. Estos inconvenientes en el Centro Comercial van a ser superados ya que nos encontramos en una reestructuración de ingresos, por lo que en breves meses comenzaremos con la implementación paulatina de las cámaras de seguridad y contratación de más elementos de seguridad. Con respecto a la reconstrucción de la escena del crimen, no contamos con testigos que aseguren como sucedió el robo a su vehículo. Sin embargo, basándonos en reportajes de los noticieros, podemos llegar a la conclusión que las personas de mal vivir, que pasan algunas desapercibidas, puedan haberse dado cuenta de que no se activó la alarma de su vehículo y aprovecharon el momento para abrir la puerta y hurtar sus bienes. Hemos sido víctimas de robos en muy pocas oportunidades, en los últimos diez años solo sucedieron cuatro robos similares. Este es un Centro Comercial seguro, pero nadie está a salvo de ser víctima de las personas de mal vivir. Como digo líneas arriba, sentimos mucho lo sucedido y tenga por seguro que vamos a mejorar nuestras medidas de seguridad.

Ese día me robaron el bolso con la computadora, cuando mi auto estaba cuadrado dentro del centro comercial. Entiendo perfectamente que no debí dejar cosas valiosas en el auto; pero eran aproximadamente las 7:00 p.m. y estaba apurada por recoger a mi hijo de siete años que tomaba clases ahí. Por eso, luego de que ocurrió este hecho me dijeron que no tenían cámaras de seguridad y nadie supo darme respuesta —a pesar de que había dos vigilantes, uno al ingreso y otro a la salida—, lo primero que pensé, es que había sido una irresponsable al dejar a mis hijos tomando clases por horas en un centro comercial en el que cualquiera entra a robar. Y si no hay ninguna medida de disuasión, puede terminar en eventos mucho más dramáticos.

Es por ello que escribo esta columna pensando en que la Municipalidad de La Molina debe realizar una inspección en todos los centros comerciales de la zona. Y si bien no se trata de burocratizar y encarecer los costos de operar en ellos, sí se debe contar con un protocolo básico de seguridad que proteja a los ciudadanos. Este protocolo debe incluir cámaras de seguridad interconectadas con el Serenazgo de la Molina, inscripción de los vigilantes en un registro público online de la municipalidad, y cumplir con requisitos mínimos de edad, formación e idoneidad para ser vigilante.

En caso de incumplimiento, la Municipalidad debe imponer una sanción pecuniaria, tan fuerte o más que aquella que le impuso a “Tito”, el vigilante del local de un colegio público que, por su poca preparación, nunca pudo probar que el terreno en el que estaba viviendo —según él— se lo había “adjudicado” sin permiso la administración del centro educativo. Y así, por eso y por tener perros “sin autorización” en el terreno, terminó pagando una multa de casi S/. 11,000, sin contar siquiera con un sueldo al mes para vivir y reuniendo todos los requisitos para ser calificado como pobre según el SISFOH. Yo espero mucho más del alcalde Zurek, porque postularse y ser elegido como alcalde supone una profunda vocación de servicio al ciudadano.