Revolución en Anta pampa

Una revolución silenciosa, dirigida por el sentido común de los agricultores

Anta —que en quechua significa “planicie cobriza”— es una de la provincias más hermosas del Cusco. Es más, por esta inmensa explanada andina pasaba el camino real o Qhapaq Ñan hacia el Chinchaysullu. También en Anta —Jaquijawana— fue derrotada la rebelión de los encomenderos encabezada por Gonzalo Pizarro y restaurado el poder español por el hábil sacerdote Pedro de la Gasca. Igualmente José Agustín Gamarra, uno de los primeros caudillos militares de la república, es un anteño ilustre.

En la actualidad, Anta pampa —como la llaman los cusqueños— se ha convertido en un valle productor de alcachofas sembradas en aproximadamente mil hectáreas de la comunidad de Markjo, que la empresa agrícola Alsur Cusco S.A.C. exporta a los mercados norteamericano y europeo, creando más de 1,500 puestos de trabajo. Del mismo modo, en el distrito de Zurite, se ha instalado una planta deshidratadora de aguaymanto que acopia la producción de La Convención y Apurímac para exportarla al mercado europeo, generando empleo en muchas provincias del sur andino.

Pero los anteños quieren más. El alcalde de Ancahuasi, Santiago Huilca, ha construido una laguna artificial en Conchapata, de 60,000 metros cúbicos, para irrigar cerca de cuatrocientas hectáreas; también han reforestado más de trescientas hectáreas con molles, queuña y otros árboles nativos. En Zurite también se está construyendo, en la comunidad de San Nicolás de Bari, la laguna Cocha Huchuyhuaylla (en quechua), de 300,000 metros cúbicos. Los comuneros aportaron S/. 250,000 y la misma cantidad el municipio de Zurite ”para que nunca falte agua en nuestro pueblo”, según José Laura, gerente municipal. Además los comuneros quieren producir harina de maca de siete ecotipos, para exportarla al mercado europeo y asiático.

El alcalde de Zurite, Ramiro Huamantaya Percca, es un obsesionado de la educación y esta semana se reunirá con el presidente del Directorio de Telefónica del Perú, Javier Manzanares, y la presidenta de la Fundación Telefónica, Elizabeth Galdos Marín, para incluir los colegios anteños en el acuerdo entre la empresa y el gobierno regional cusqueño para construir aproximadamente veintitrés centros educativos a través del sistema de “obras por impuestos”. A este empeño se ha sumado Paulino Ccollatupa Pariguana, teniente alcalde de Anta. Increíblemente la transnacional española se ha convertido en aliado de los distritos campesinos más abandonados del Perú. Hay más: el líder social Fernando Espejo está organizando a los ganaderos y agricultores de la provincia para construir una moderna planta procesadora de quesos, con el objetivo ser los mejores productores del Perú.

Indudablemente que falta mucho por hacer en Anta, el 80% de la población no tiene agua ni desagüe; las postas de salud y los colegios están en condiciones deplorables. Además, afirman los anteños: “la corrupción es un mal endémico”; los alcaldes y funcionarios ediles cuentan que cuando van a Lima los funcionarios de los ministerios les dicen: “Si quieres que tu proyecto salga, este consultor tiene que revisar el expediente técnico y esta empresa va hacer la obra; si no, olvídate”. Muchos vuelven desencantados a sus pueblos, otros aceptan porque no queda otra forma de hacer la obra. Por eso, dicen: “Qué vamos a hacer, así será la corrupción del aeropuerto de Chinchero. Si no hay corrupción, nunca se hace nada”. Lamentable sentencia.

En Anta, se está produciendo una revolución social silenciosa dirigida por el sentido común de los agricultores. “No son perros simpáticos que están durmiendo en la alfombrita y no generan ningún problema”, como frívolamente PPK describe a los latinoamericanos. Al contrario, son pueblos que trabajan para resolver sus problemas con dignidad, aunque el presidente los denigre.