Eduardo Zapata

Representación sintagmática versus representación paradigmática (primera parte)

Representación sintagmática versus representación paradigmática (primera parte)
Eduardo Zapata
11 de mayo del 2017

¿Toda civilización debe estar basada en la escritura?

Aun cuando estamos ante la evidencia de turbulentos cambios políticos, sociales, económicos —finalmente cognitivos y axiológicos— la pervivencia en la zona de confort de mundos idos parece seguir siendo el signo de mucho de nuestro pensamiento.

Por doquier aparecen fenómenos que preferimos seguir considerando como episódicos aun cuando estos tienen más de carácter estructural que de coyuntural. Parecería por momentos que para muchos de nosotros fuese preferible —ante los cambios— obviar la actitud científica de Galileo y sostener que “la tierra es permanente centricidad”. Dicho en términos más simples, seguimos llamando “accidentes” (palabra que significa eventualidad) a asuntos cuya recurrencia los hace más bien sistémicos. Desde los “accidentes de la naturaleza” (léase en puridad cambio climático) hasta los “accidentes de tránsito” (léase ausencia de autoridad e improvisación).

Pero este permanecer en una idealizada zona de confort no es de hoy. Ha ocurrido antes con lecturas que el establishment académico consideró incómodas, y entonces simplemente las ignoró, las ninguneó o las sesgó al servicio de su conveniencia.

Es el caso de Eric A. Havelock. Nada más y nada menos que presidente de los estudios clásicos tanto en la Universidad de Harvard como en la Universidad de Yale. Él dijo en los ochentas: “La suposición general es que toda civilización digna de tal nombre debe estar basada en alguna clase de escritura… Cuando se observa que ciertas culturas avanzadas, como la de los incas peruanos, eran totalmente ágrafas. La lección que se podría extraer de ello —a saber, que una sociedad civilizada que posee un arte, una arquitectura y unas instituciones políticas propias no necesita depender de la escritura para existir—, se pasa tranquilamente por alto”.

Entre nosotros, Havelock fue mayormente reducido a las externalidades del impacto de la escritura en la sociedad oral griega, y se pasó así “tranquilamente por alto” lo que una reflexión de esta naturaleza significaba para explicar el devenir de sociedad y cultura en el Perú. Havelock terminó siendo un filólogo clásico preocupado exclusivamente por Grecia, que no tenía nada que decirnos a nosotros. Peor aún, y a contrapelo de la profundidad de su pensamiento, la oralidad siguió siendo simplemente la externalidad de hablar y la escritura la externalidad de escribir. Se sesgó —por incómoda— la impronta cultural de su pensamiento.

Hemos venido subrayando en notas anteriores que el grafema y la moneda propiciaron en Occidente la representación objetivada, la tercera persona gramatical independiente de yo y tú. Y con cargo a desarrollarlo en el siguiente artículo, debemos ya adelantar que mientras la representación occidental es una representación paradigmática, en la que un elemento representa a otros en ausencia (Dios, la patria, el pueblo), la representación en culturas orales es una representación sintagmática, en la que un elemento representa a otros sobre la base de relaciones en presencia.

Hoy que discutimos temas como aquel de la reforma del Estado, es indispensable evitar refugiarse en la zona de confort de mundos idos. Por cómodos y acariciables que nos parezcan.

 

Eduardo E. Zapata Saldaña

Eduardo Zapata
11 de mayo del 2017

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