¿Reman en la misma dirección?

La prudencia que reclama el BCR y el aparente afán del MEF de crecer a cualquier costo                       

El Banco Central de Reserva (BCR) se esfuerza por mantener el dólar por debajo de los tres soles -para lo cual vendió 185 millones de dólares el lunes y algo similar el viernes anterior-. Hace bien y debería vender lo que haga falta, ya que defender la moneda es su deber constitucional y para eso dispone de las reservas que acumuló.

No obstante, el MEF ha salido ahora, en pleno invierno económico, a hacer unas declaraciones un tanto extrañas en el sentido de que la diversificación productiva es lo que el Perú necesita hoy, según el plan que diseñó el Produce meses atrás, cuando todo era verano. Este énfasis parece apuntar a que el MEF cree ver la recuperación del crecimiento en la expansión de las exportaciones no tradicionales.

Tales exportaciones han aumentado, en efecto, en lo reciente. Y es posible que ese incremento se deba al alza del dólar.

Ha quedado la impresión, entonces, de que lo que el MEF está diciendo indirectamente es que la recuperación del crecimiento depende de que el dólar siga subiendo. Pero esa receta es una trampa. Otorga a los exportadores un empujón inmediato, pero solo en el corto plazo. Pronto aparecen las consecuencias no deseadas.

El único verdadero crecimiento viene del aumento de la productividad. No de la adicción fácil a la devaluación de la propia moneda para avanzar apenas unos metros  en una maratón de largo aliento. Y, seamos precisos, de productividad y competitividad ha hablado en efecto el ministro de Economía, pero por alguna razón ha dejado la incómoda impresión de no estar del todo seguro de que el país pueda alcanzarlas en este gobierno por la legítima vía de las reformas laboral, tributaria y regulatoria que hacen falta. Da la impresión de estar siendo objeto de la presión de Palacio y del Premierato para producir resultados ya.

Curiosamente, también en Estados Unidos parece existir cierto desacuerdo entre la administración Obama y el banco central americano (FED), bajo la égida ahora de Janet Yellen. Pero la situación parece a la inversa: Mientras la FED se empeña en retomar el crecimiento y convertir al dólar nuevamente, a cualquier costo, en la reserva de valor global, la Casa Blanca sufre la presión del resto del planeta porque la política monetaria americana está enviando a la ruina a las economías emergentes, como la nuestra.

Mientras allá se le pide al gobierno moderar los excesos de la autoridad monetaria, acá es la autoridad monetaria la que le impone la prudencia a una administración que parece preferir un pequeño crecimiento hoy, ya mismo, aunque perjudique a todos mañana. Pero, ya sabemos, el humalismo debería tener como lema aquel viejo vals que dice: “y qué importa mañana la condena si estuvo un día el corazón contento”.

Por Jorge Morelli (@jorgemorelli1)
5 - nov - 2014