Darío Enríquez

Red Mediática Gramsciana

Red Mediática Gramsciana
Darío Enríquez
02 de noviembre del 2016

La falsificación como método

Estamos asistiendo en los últimos tiempos a una suerte de versión contrafáctica del 1984 orwelliano. Luego de la caída del Muro de Berlín, las diversas izquierdas del mundo, que creían tener todas las respuestas a los problemas humanos, vieron cómo cambiaban todas las preguntas. Quedaron descolocadas. De este naufragio emergieron muchos conversos hacia el liberalismo, pero otros —aunque se guardaban de ocultar sus orígenes o los mostraban superados— comenzaron una lenta pero segura labor de reciclaje. Al cabo de casi treinta años, un big brother apuesta por el marxismo cultural e intenta mover y controlar los hilos de una gran Red Mediática Gramsciana (RMG) en la que, al mejor estilo cyborg, los individuos están llamados a pertenecer y responder a los estímulos y los mandatos de una sola conciencia: el pensée-unique.

A nivel internacional, no pudo ser más evidente la coordinación entre cyborgs operadores en la Academia Noruega y los perpetradores de un inminente triunfo del “Sí” en el referéndum colombiano. Este triunfo se convirtió en derrota en menos de una semana, pese al aplastante despliegue de fuerzas mediáticas y la grosera intervención de los poderes fácticos del mundo. Recularon. Se entregó el Nobel de la Paz solo a uno de los cabecillas. Me disculparán, pero debo llamarlos así porque lo que Santos y Timochenko quisieron hacer en Colombia —aún lo intentan, contrariando la voluntad popular—, fue proponer un objetivo aparentemente altruista e irreprochable, usando medios absolutamente delictivos.

Otra muestra de cómo opera esta RMG a nivel internacional es la campaña electoral estadounidense. En lo que sin duda es la más sucia campaña de todos los tiempos, los estadounidenses se aprestan a elegir entre dos opciones que sorprendieron al superar todos los filtros de calidad del sistema político: Hillary Clinton y Donald Trump. El establishment —eufemismo bajo el cual se alude al big brother— ya eligió a Clinton, y está usando todo su poder para impedir lo que hace unos meses era un absurdo y hoy es una posibilidad real: el triunfo de Trump. No nos entusiasma Trump, difícilmente votaríamos por él, pero su triunfo es posible hoy gracias —paradójicamente— a la maquinaria que quiere imponer a Clinton “sí o sí”. Otro macanazo es posible entonces, similar al sacudón que sufrió Europa con el Brexit.

En el Perú, la RMG es muy activa, aunque muerde el polvo con relativa frecuencia. Lo suyo es apelar a la estrategia evolutiva de pequeños insectos y lombrices: elevada fecundidad para contrarrestar la alta mortandad asociada a su fragilidad física. La campaña electoral de este año fue una muestra, aunque otra vez apostaron por un candidato que no era el suyo, apoyándolo solo porque lo odiaban menos que al otro. En los últimos días la RMG está en movilización extrema por la conformación del nuevo directorio del BCR. Aprovechan la crítica auténtica, genuina y válida de ciertos sectores, para agitar la controversia política.

Es interesante ver cómo los diversos elementos de esa red trabajan en forma coordinada, sin aparentes fisuras, sin perderse en detalles que resten potencia a su “causa” (véanse las comillas). Hay tres antecedentes en nuestra historia reciente: 1) la Oficina Central de Informaciones (OCI) del dictador militar socialista Juan Velasco en los setenta; 2) la maquinaria “neoliberal” fredemista a fines de los ochentas, que perpetró la más grosera campaña política a favor de un candidato, el escritor Mario Vargas Llosa; 3) la red que desplegó el siniestro Vladimiro Montesinos entre 1997 y 2000, ante la mirada complaciente, permisiva y hasta cómplice de Alberto Fujimori. Todas ellos fueron efímeros.

La RMG tiene ya una década y media de vigencia. Nació en medio de la abundancia de favores políticos y financieros recibidos durante el gobierno de Alejandro Toledo, y depreda vorazmente dineros públicos hasta hoy. Se mantiene desde entonces con extensiones en instancias gubernamentales claves, en el Poder Judicial y en el sector mercantilista privado, de cuya lógica participa en buena parte. Funciona como una maquinaria “bien aceitadita”. No queda otra. Cada uno desde su posición, tendrá (tendremos) que aplicar una estrategia de control de plagas. Trataremos el tema en próximos artículos. Si nos dejan.

 

Darío Enríquez

 
Darío Enríquez
02 de noviembre del 2016

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