Marco Sipán

Reconfiguración del discurso neoliberal

Reconfiguración del discurso neoliberal
Marco Sipán
26 de abril del 2016

Las elecciones han mostrado el rechazo de mucha gente a ese discurso

El neoliberalismo, como discurso hegemónico, es una justificación al ordenamiento económico actual. Se trata de un sistema regulador cuya naturaleza no se ofrece inmediatamente a la vista, sino a través de sus productos. Así, el discurso neoliberal es el encargado de regular, controlar y negociar los entendimientos, comprensiones e interpretaciones de la vida social.

La derecha intentó, bajo la estrategia del “elenco estable”, establecer cuatro candidaturas de certificados políticos neoliberales, todos le larga trayectoria política, con lo cual suponían que la batalla electoral iba a ser un paseo de domingo. Además, a través de la concentración de los medios de comunicación más importantes, generaron una campaña de invisibilización a la izquierda, para no correr el riesgo de la incursión de algún “advenedizo”. Arremetieron con todo cuando Acuña y Guzmán escalaban en las encuestas; sin embargo, de las irregularidades y del pasado de Keiko Fujimori, Alan García y PPK nunca dijeron nada. Y de Alejandro Toledo se olvidaron.

En la construcción de una ficción que regule a la población, la derecha inició campañas publicitarias como: “no te bajes mi plan”, en las que expresaban que el modelo satisfacía a la mayoría de los sectores sociales a lo largo del territorio nacional. Sin embargo, lo que se ha presentado es el rechazo de mucha gente de diferentes espacios geográficos y diversos sectores socioeconómicos a ese discurso. Ellos han expresado sus voluntades anti establishment en las candidaturas de Verónika Mendoza, Alfredo Barnechea y Gregorio Santos, así como en parte de los votos viciados y blancos.

El discurso hegemónico ha mostrado sus límites. Tras las dificultades del modelo para generar el tan manoseado “crecimiento económico”, las fuerzas representantes del establishment no han podido demostrar la superación de la situación de estancamiento actual. Ni siquiera con políticas diferentes a las ya establecidas por el gobierno actual, teniendo además latente en el escenario mundial la baja de los precios del cobre y otros metales que exportamos.

Los partidos de la derecha, casi inexistentes, y los políticos neoliberales son los que deberían ejercer de mediadores entre las demandas de la población y el Estado. Sin embargo, su baja calidad y su alta desaprobación han terminado por aislarlos.En otras palabras, existía, si bien no tan nítido, un vacío político que urgía ser llenado. Sin embargo, esta situación no supone una ventaja exclusiva para las fuerzas anti establishment; al contrario, lo que ha quedado demostrado es que este vacío es un espacio en disputa. En él hasta el propio discurso hegemónico neoliberal se puede reconfigurar, ampliándose para abarcar nuevas demandas, no solo económicas, sino también sociales y culturales; como ha sucedido en el caso del fujimorismo. Pero este retroceso también ha sido aprovechado por propuestas anti establishment, como las de Verónika Mendoza.

Esta reconfiguración puede orientarse hacia un giro progresista, como en el caso de los procesos en Uruguay, Ecuador, Bolivia. Procesos políticos que en sus fases iniciales mantuvieron ciertos elementos del modelo en materia económica, pero que establecieron como tarea principal la desarticulación de las relaciones de poder tradicional. Para ello crearon nuevas constituciones, instituyendo nuevos actores dentro de la disputa por el poder, y dándole un carácter revolucionario a sus procesos, aunque dentro de los márgenes del capitalismo. Es decir, el proceso de reconfiguración del modelo, en esos casos, fue asumido por las fuerzas de cambio, que lo redirigen, estableciéndolo como un proceso de tránsito hacia un modelo soberano posneoliberal.

Un elemento que impide a las izquierdas esta “captura” del proceso de reconfiguración del modelo es la falta de una opinión clara sobre el mercado y el papel del empresariado en la dinámica económica nacional. Está claro que a nivel programático, lo escrito en el Plan de Gobierno no se percibe igual que a nivel discursivo, pues los operadores políticos locales no integran, en su comunicación con los diversos sectores sociales, las propuestas económicas en relación con el empresariado y el mercado. Por lo tanto, con mayor conocimiento programático de los operadores políticos se podría integrar a nuevos sectores dentro de este proceso.

 

Marco Sipán

 
Marco Sipán
26 de abril del 2016

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