¿Quién se atreve a hacer política?

Sobre las razones que alejan a los ciudadanos de la carrera política.

Las democracias sólidas comparten ciertas características que debiéramos imitar. A falta de estas, las juveniles y frágiles democracias latinoamericanas sucumben al neo-monarquismo encubierto llamado Socialismo del Siglo XXI, que accede al poder colándose por las grietas que deliberadamente ensanchan, para luego enquistarse en aquel mediante la dádiva esclavizante. Una vez en sus garras, imposible librarse pacíficamente de ellas. Ninguna monarquía ni dictadura fascista cae por los votos, antes que eso sea posible secuestran, matan, destruyen y deshumanizan el alma de sus ciudadanos convirtiéndolos en súbditos.

Se va acercando el inicio de la campaña y no hay evidencia de que los actores económicos y políticos relevantes de nuestra frágil democracia contemporánea se hayan percatado de la necesidad de asumir el papel que debieran jugar.

Inglaterra, Alemania, EEUU, Colombia, Chile, entre otros, tienen en común el carácter nacional de sus Partidos Políticos. Es necesario revertir el error que, con bien intencionado interés descentralista, está llevando nuestra  república a una fragmentación sin precedentes. Los intereses locales o regionales, jamás debieron ser validados como superiores a los intereses nacionales, eso viene llevando a la errónea idea de la existencia del derecho a la imposición (a menudo violenta) de las minorías sobre el deseo de las mayorías, justamente la antítesis de la democracia.

Este Congreso ha dejado la oportunidad de trascender, retornando a la exigencia del carácter nacional de los partidos. Lo que permitiría coherencia y haría viable la responsabilidad solidaria del Partido con las sanciones pecuniarias de los delitos por los que se condene a los congresistas, gobernadores, consejeros, alcaldes y regidores elegidos de sus listas, generando una potente herramienta de control.

Grupos económicos y gremios empresariales vienen evidenciando, desde siempre, una suerte de ludopatía perniciosa. Se apuesta con mayor o menor entusiasmo a una o más candidaturas, pero no prospera ninguna iniciativa de respaldo sostenido y controlado a uno o más partidos (ojo que no digo candidatos) que puedan brindar la necesaria solidez al sistema democrático de libre mercado del cual precisan para sobrevivir y prosperar. Algunos, ingenuamente, creen que es posible repetir las fórmulas del pasado, ese pasado donde el esfuerzo de Cuba era el foquismo fallido, en un mundo occidental de claro liderazgo norteamericano, donde Oriente y Medio Oriente eran realmente tan lejanos, que no interesaba lo que por allá ocurriese o se decidiese.

La prensa, sobrepasando patológicamente su esencia como informador de las multitudes, se ha convertido, con escasas excepciones, en un eficiente destructor anticipado de imágenes, al punto que prácticamente hay que abandonar los umbrales de la cordura y cualquier legítima aspiración a la tranquilidad hogareña para aventurarse a postular o ser designado para un cargo público. La demolición de la imagen comienza desde el mero anuncio, hurgando o inventando, con creatividad digna de mejor causa, en cada detalle de la vida personal propia o de la parentela, sus afectos y sus finanzas. Esto ha llegado a tal punto que hasta el sistema financiero califica de inmediato de paria al insensato.

La carrera pública o política como opción de vía, no es más contemplada como alternativa de vida entre los mejores estudiantes de las universidades más competitivas. Empobrecido intelectualmente el equipo que gobierna, ¿de qué nos quejamos entonces?

Por: Dardo López-Dolz