J. Eduardo Ponce Vivanco

Propósito de enmienda

Escrito especialmente para políticos distraídos

Propósito de enmienda
J. Eduardo Ponce Vivanco
30 de marzo del 2018

 

La pasión y el exceso de poder son los peores enemigos de los políticos. El ingeniero Martín Vizcarra, nuestro Presidente moqueguano, debe estar observando la realidad desde su palco de honor en el teatro de nuestra siniestra política nativa. Una política envilecida que solo interesa a los políticos. Porque a la gente “del común”, a los peruanos de a pie, lo único que les interesa de los políticos es que no malogren sus vidas, que no los perturben y que los “dejen trabajar” en paz. Que les permitan prosperar a pesar del Estado y de la maldición de tener que batallar contra su infinidad de tentáculos y la selva de normas que torturan al ciudadano en todos los niveles, sin ofrecerle nada a cambio.

La peor de las paradojas es, sin duda, que los políticos no perciben esta realidad que los analistas diagnostican como “desafección”. Traducido: la política y los partidos importan un bledo a la inmensa mayoría de peruanos, cuyo acto participativo quinquenal es emitir su voto, bajo pena de multa.

La verdad es que el país todavía puede darse el lujo de la “desafección” ( indiferencia cívica) gracias a la vigencia del régimen económico consagrado en la Constitución de 1993 que garantiza la propiedad privada, la estabilidad de los contratos, el sistema de libre mercado y la estabilidad macroeconómica. Un régimen económico que, a pesar de la turbulencia que nos sacude, permite que conservemos el grado de inversión y otras condiciones que nos diferencian ventajosamente de los países más importantes del entorno regional. Más aún, permite que la economía no se deteriore insalvablemente a pesar del populismo de los políticos presupuestívoros.

Es evidente que el vendaval del que aún no nos libramos afecta tanto al Ejecutivo como al Congreso. Sin embargo, los cambios impuestos por el desastre político solo se darán en el Gobierno, porque el Congreso no puede ser tocado. No obstante, resulta imperativo que el Parlamento enmiende errores y asuma los impresionantes índices de desaprobación ciudadana, lo que debería obligarlo a dejar las actitudes que han motivado ese nivel de descrédito público, agudizado por la crisis que atraviesa el fujimorismo (elemento esencial del partido mayoritario).

La preocupante coyuntura, que aún no superamos, ha motivado que Fuerza Popular permita graves transgresiones a la Constitución de la que debería ser garante principal. El respeto a Carta de 1993, y en especial a su régimen económico, es nuestra mayor defensa para no regresar violentamente al caos que estuvo a punto de convertir al Perú en un Estado fallido, asfixiado por la hiperinflación y el terrorismo imperantes en la década de los ochenta.

Hagamos votos para que gobernantes, parlamentarios y ciudadanos sean conscientes de que el momento decisivo que vive la nación exige lucidez, honestidad y entereza para enfrentar los problemas de fondo. Es lo que esperamos del presidente Vizcarra.

 

J. Eduardo Ponce Vivanco
30 de marzo del 2018

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