Daniel Córdova

Promover el desarrollo desde el sector privado

Promover el desarrollo desde el sector privado
Daniel Córdova
24 de agosto del 2016

El concepto de Valor Compartido y las corporaciones en la actualidad

Hubo una época en la que el mundo moderno se dividía en países capitalistas y países comunistas. Dicha dualidad no dejaba espacio para que las empresas puedan acercarse de manera explícita y decidida a generar valor para mejorar las condiciones de vida de los más pobres, para mitigar el daño al medio ambiente o para favorecer una alimentación más sana en la sociedad.

En esa época, en la visión comunista o anti-capitalista, el mundo de la economía de mercado estaba marcado por la explotación de los pobres por los ricos, de los trabajadores por los dueños de las empresas. Y la democracia era el gobierno de la burguesía reformista que había que derribar a partir de una revolución que traería el paraíso sobre la tierra. El medio ambiente, los derechos de minorías como los homosexuales, la alimentación saludable, eran valores “decadentes” o sin importancia.

La visión capitalista, por su parte, concebía el desarrollo de la economía de mercado como un orden espontáneo en el que las empresas debían concentrarse en ganar el máximo de beneficio posible. Milton Friedman llegó a escuchar el concepto de Responsabilidad Social Empresarial y sostuvo con ironía que la única responsabilidad de la empresa era generar beneficios. En el mundo occidental no se cuidaba el medio ambiente, el apartheid estaba vigente, los derechos de gays, mujeres y minorías de todo tipo eran pisoteados, y la comida chatarra estaba en su apogeo.

Con la caída del muro de Berlín, el comunismo desaparece del mundo occidental, aunque prevalece en Cuba (extendiéndose a Venezuela) y Corea del Norte. Algunos creyeron que había llegado la hora de que el capitalismo prevalezca sin cuestionamientos, ya que había demostrado junto con la democracia su superioridad económica y política. Pero no. El anti-capitalismo retomó poco a poco aire y, si bien ya no propone acabar con todo (aunque sí el Estado Islámico), ha encontrado la manera de satanizar a la empresa privada enarbolando las banderas de la ecología, la desigualdad social y la vida saludable.

Así, empresas mineras se ven acusadas de contaminar así no lo hagan, el “modelo” de mercado es en permanencia acusado de acentuar la desigualdad de ingresos y la industria de alimentos es acusada de matar a nuestros niños con excesos de azúcar y grasas.  Así, ser empresario “de la Confiep” se ha convertido en una acusación, en un insulto, bajo una lógica similar al del anti-capitalismo de antaño.

Sin embargo, las empresas, obligadas por ley o no, empiezan a tomar consciencia de la importancia de cuidar el medio ambiente, promover la igualdad de oportunidades, respetar a las minorías y alentar la vida saludable. Tanto así, que cada vez son más las que más allá de las relaciones públicas y la filantropía, han detectado que generar valor compartido para la sociedad puede ser un buen negocio.

El concepto de valor compartido de Michael Porter ha sacado a la luz las oportunidades que se le presentan a las corporaciones para generar pequeños negocios en su entorno, hacer dinero con productos ecológicos, convertirse en lovemarks por promover la inclusión de las minorías, y así. Se estaría de esta forma encontrando la manera de promover de manera explícita desde la empresa privada el desarrollo, la igualdad de oportunidades, el cuidado del medio ambiente y la vida sana.  Y de paso, una forma efectiva de enfrentar el rechazo irracional que tienen las empresas en el imaginario popular.

Daniel Córdova

Daniel Córdova
24 de agosto del 2016

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