Dante Bobadilla

Progremanía

Progremanía
Dante Bobadilla
23 de junio del 2016

Algunos de los disparates que se leen en las columnas de ciertos medios

En un ambiente dominado por la pose ética, la doble moral progresista y la cucufatería política, en el que la racionalidad y la decencia están venidas a menos, las conductas principistas resultan sospechosas y condenables. Por eso vemos a los que hablan de “memoria y dignidad” exigirle a Keiko Fujimori que no tenga memoria ni dignidad, que “voltee la página” y ponga “el Perú por delante” para visitar a Pedro Pablo Kuczynski. Expertos en el argumento ético y el lenguaje maquillado han dejado la chaveta de lado para colocarse una flor en el ojal y pedirle a Keiko “gestos democráticos”. Tras haber sido sicarios y verdugos en una campaña asquerosa y repleta de mentiras, hoy posan como promotores de la reconciliación: “ya pasó todo”. Descarados.

Me parece bien que Keiko haya reconocido su derrota y saludado a PPK a la distancia. Con eso basta como gesto democrático. No está obligada a más. Y menos si fue derrotada por un rival que no tuvo reparos en apelar a artimañas y alianzas nada santas. Todo en la vida tiene límites, que un caballero no puede traspasar jamás. Los políticos que están dispuestos a vender su alma al diablo por un cargo, merecen por lo menos mis reparos. Es cierto que hay que saber perder; pero también hay que saber ganar, y hacerlo limpiamente. Como yo lo veo, Keiko Fujimori es la única que está mostrando coherencia. No tiene que sumarse a la fila en el besamanos de PPK por una foto. Tampoco tiene nada que negociar ni reclamar.

No me extraña que el Frente Amplio, liderado por ya no se sabe quién, vaya a saludar a PPK después de endosarle su apoyo, llamándolo “voto crítico” para disimular su traición ideológica. Hablan de un “saludo democrático”, en el peculiar estilo progresista de manipulación del idioma para tapar la verdad. Lo que veo es una patética muestra de prostitución política entre sectores capaces de vender su cuerpo, alma y conciencia para conseguir objetivos sectarios que nada tienen que ver con la ética ni la democracia. Son solo grupos minoritarios sin respaldo, favorecidos por una maquinaria mediática implacable en el odio. Hoy la izquierda exige a PPK cumplir los compromisos pactados con diversos colectivos. Habrá que ver si PPK está dispuesto a gobernar con las manos atadas a sus bases rojas; o si seguirá el ejemplo de Ollanta Humala, y simplemente se sacudirá a todos estos sectores de encima antes de Navidad. Después de todo, la izquierda está acostumbrada a servir de tontos útiles en cada campaña.

Por su parte, el progresismo mediático es otro escenario completamente desquiciado. Unos hacen malabares ridículos con las estadísticas para probar que el fujimorismo no es la mayor fuerza política del país, otros maldicen la cifra repartidora y algunos ya hablan de “la dictadura legislativa del fujimorismo”, acuñando los nuevos clichés para la campaña que se iniciará el 28 de julio. Sesudos columnistas con largos y lustrosos pergaminos no tienen vergüenza al afirmar disparates como “ganó el Estado de derecho”, para referirse a la derrota de Keiko. Para colmo, luego de pasar años condenando el cierre del Congreso por Alberto Fujimori, hoy le cantan al oído a PPK para que haga lo mismo. Tras vivir criticando el transfuguismo, hoy esperan ansiosos que empiece el transfuguismo en la bancada fujimorista, y ni siquiera pongo en duda que estarían dispuestos a comprar congresistas fujimoristas si tuvieran los fondos. Basta oírlos comentar. Otros le sugieren a PPK la estrategia bolchevique de ganar las calles y olvidarse del Congreso. Por último, no falta quien sugiere a PPK encarnar el antifujimorismo como la base de su legitimidad, respondiendo a los sectores que lo hicieron presidente.

Este es apenas un resumen apretado de los disparates que se leen en las columnas del progresismo, que hoy inunda los medios. Como decía mi abuela, abundan como pulgas en panza de perro vago. Es obvio que la “concentración de medios” dejó de ser económica para convertirse en una concentración ideológica. Habrá que ver si es posible sacudirse de esta plaga.

Dante Bobadilla

 
Dante Bobadilla
23 de junio del 2016

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