Dante Bobadilla

¿Programas sociales o políticos?

¿Programas sociales o políticos?
Dante Bobadilla
07 de mayo del 2015

No hay sociedad más incompetente que la que depende de las dádivas del Estado.  

En reciente acto de entrega de viviendas del programa Techo Propio en Ucayali, el presidente Ollanta Humala hizo arengas partidistas en más de una ocasión, y por último concluyó la ceremonia gritando “¡Viva el nacionalismo!”. Sorprendentemente nadie dijo nada ante lo que constituye una clara utilización política de los programas sociales. Ollanta Humala está, sin ninguna duda, haciendo campaña con dinero público. Pero a nadie parece importarle porque la moral en el Perú es tuerta y solo se enfoca hacía el Apra y el fujimorismo.

Lo cierto es que tal es el fin de los programas sociales, especialmente cuando se trata de gobiernos sin norte como el que padecemos. Ollanta puso de moda la frasecita “inclusión social” como una novedad para montar viejos programas sociales y hoy no tiene más que mostrar. Incluso amenaza advirtiendo que ningún gobierno se atreverá a tocar los programas sociales que su gobierno ha montado y que el pueblo está llamado a defender. Así podemos ver con claridad exactamente para qué sirven estos costosos esperpentos políticos.

Los programas sociales son diferentes maneras de regalar dinero público. Se trata de practicar el altruismo con dinero de los demás. El progresista regala y nosotros pagamos la cuenta. No hay filántropos detrás de los programas sociales sino vivasos de la política y burócratas displicentes, a quienes el altruismo les tiene sin cuidado.

Algunos programas sociales se usan básicamente para manipular indicadores internacionales, que es como cuando los estudiantes conocen las preguntas del examen y estudian solamente esos puntos. A veces son solo caprichos del gobernante. En Cuba, por ejemplo, a Fidel Castro se le ocurrió, hace medio siglo, que para crear la felicidad solo bastaban médicos y maestros. Durante décadas se dedicó solo a salud y educación, al punto que solo podían mostrar esos índices para justificar la dictadura, mientras todo lo demás se caía a pedazos. Hoy en Cuba no saben qué hacer con tantos médicos y los alquilan a otros países en un insólito comercio de seres humanos. Finalmente, igual que todo en Cuba, los colegios y los hospitales están colapsados.

Veamos otro caso. En el Perú están armando un escándalo porque los indicadores de anemia crecieron. Hay críticas al programa de reparto de micronutrientes, como si eso sirviera para algo. Es la ingenuidad de creer que tapando la anemia se resuelve todo. La anemia es solo un signo y no el problema. Detrás hay una variedad de causas sociales que la sostienen como la ignorancia alimentaria, malos hábitos, monocultivos, creencias, etc. El día que dejan de dar micronutrientes la anemia regresa, como es obvio. ¿Entonces qué se resuelve con micronutrientes? Tan solo manejar un indicador de las estadísticas y nada más. O sea, es para la foto.

Hay algunos con todo un rollo alrededor de la anemia infantil hablando del desarrollo del cerebro, pero este no depende solo de una etapa ni de un solo factor. Es ridículo. Además, de nada sirve pasar esa etapa sin anemia si luego se va a caer en el abandono social, el alcoholismo que ya se inicia en etapa escolar, igual que la drogadicción, los videojuegos y otros vicios. ¿Vamos a crear un programa social para cada problema social o solo para los que se usan como indicadores? O, como pretende Ollanta Humala, ¿tendremos un programa social para cada etapa de la vida, desde la concepción hasta la vejez? ¿Ese es el futuro que nos espera con la política asistencialista de moda? Espero que no porque no hay sociedad más enferma e incompetente que la que depende de la dirección del Estado y de la mano generosa del gobierno.

 

Por Dante Bobadilla
07 - May - 2015  

Dante Bobadilla
07 de mayo del 2015

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