Hugo Otero

Presidente de Transición

Presidente de Transición
Hugo Otero
04 de mayo del 2015

¿Será capaz la clase política de entender y comprometerse con necesidad de cambio?

El próximo presidente peruano, sea quien sea, se verá obligado a  conducir la transición hacia un nuevo orden social y político, donde se haya recuperado, en parte o por completo, la confianza. Porque ante la profunda crisis que vivimos no le quedará otro remedio. Así pues,  su gobierno tratará de superar el actual vacío institucional y político, para reconstruir una auténtica democracia que permita avanzar hacia una sociedad más justa.

Este gran salto supondrá un cambio radical con el estilo autoritario, personalista e improvisado de Ollanta Humala –y de algunos de sus predecesores- y también un enfoque diferente de la política democrática, tendiente al entendimiento, a plantear ideas y establecer acuerdos. En otras palabras, supondrá el punto de quiebre entre el estilo cerrado del régimen actual y otro abierto al diálogo y a la participación ciudadana.

Ante esta disyuntiva, la campaña electoral significará mucho más que elegir al nuevo presidente, ya que se convertirá en un combate político entre esas dos formas de concebir el Perú. Uno de los componentes claves de este combate será la participación de una juventud con una nueva conciencia, abierta a los grandes cambios del mundo global.

Por otra parte, la contienda electoral exigirá innovar la comunicación como arma de campaña. Los mensajes deberán centrarse en las necesidades y aspiraciones de millones de peruanos y no en las ambiciones de los líderes, como sucede con frecuencia actualmente. Los electores exigen hoy un cambio de rostros y de conductas en la actividad política.

Los candidatos tendrán que construir su discurso desde la voluntad de los electores, en lugar de hacerlo desde su círculo personal y  el  de sus seguidores.

Trece millones de personas pueden comunicarse hoy entre sí a través de las redes sociales y acceder de este modo al debate con múltiples grupos en tiempo real. Es una revolución que pone en primer plano al elector y no al político. Que requiere de otras formas de comprensión para atender urgentes demandas individuales y de amplios sectores sociales olvidados.

La política ya no va a estar secuestrada por el manejo de la élite: se liberará gracias a las mayorías que van a imprimirle una dinámica diferente a esta elección.

Ante este panorama, el presidente de transición tendrá que tener una mentalidad amplia, que le permita gobernar como conductor de voluntades y no como mandamás que impone su autoridad.

La próxima campaña electoral representa la oportunidad para explorar soluciones y convertirse en un foro participativo, donde se dialogue y se construya esa confianza que tanto se requiere.

En cuanto al nuevo Congreso, su función será la de lograr un sentimiento de unidad nacional, jugando para ello siempre en el mismo equipo y ganando el mismo partido, en vez de comportarse como una horda de facciones enfrentadas y de individuos que buscan sacar provecho personal.

Lo que propone esta nota no es un sueño irrealizable; es por el contrario una misión obligatoria si queremos que el Perú afirme su democracia y su pueblo logre el bienestar que merece.

Los políticos  están ahora frente a una gran responsabilidad histórica  y, mientras cumplan sus promesas y no defrauden la confianza recibida, nuestro deber es apoyarlos.

Ahora bien, ¿será capaz la clase política de comprender y comprometerse con la necesidad de este cambio? No puede suceder de otro modo, porque el país está dispuesto, lo desea y se lo exige.

Por Hugo Otero
04 - May - 2015  

Hugo Otero
04 de mayo del 2015

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