PPK en búsqueda de soporte político

“Si no tienes partido, haz que la gente misma sea tu soporte”

Si uno se guiará por las recientes declaraciones de PPK —las de ayer en La Oroya, las de días atrás en Cusco y aquellas otras sobre una nueva reforma del sistema privado de pensiones— se podría colegir que el nuevo Gobierno busca bases de soporte político diferentes a las que pueda obtener en el Congreso. La reticencia del fujimorismo a un diálogo propositivo y abierto para la formulación de una agenda de reformas y un plan mínimo concertado siquiera de corto plazo, hace ver al presidente electo que, una vez posesionado, no tendrá un camino llano en el Legislativo, sino más bien uno pedregoso. Yen el peor de los escenarios (que ojalá no se dé, pensando en el país), hostilidad.

Cuando me refiero al camino pedregoso aludo a las diversas condicionantes que formulará Fuerza Popular una vez que Fernando Zavala (creo que ya se puede decir su nombre con algo más de énfasis) inicie el peregrinaje hacia la tienda naranja para obtener su apoyo en su calidad de Presidente del Consejo de Ministros. Como PPK y su premier aún desconocen cómo serán recibidos —si la sangre en el ojo aún se mantiene intensa, y por ende, es incierto el grado de apertura o rechazo que encontrarán en el fujimorismo—, han decidido curarse en salud y tender puentes y alianzas con gobiernos regionales, municipales y autoridades, principalmente del sur (determinante para su apretada victoria), sectores de la sociedad y la opinión pública (afiliados, jubilados, y policías, por ejemplo), pequeños y medianos empresarios formales, aquel sector para el que la reducción de un punto del IGV puede representar un alivio.

Está claro que tanto en el caso de la reforma previsional como en del IGV no solo serán determinantes los votos en el Congreso, sino asegurar la viabilidad técnica. Recordemos que el incremento del déficit fiscal es una realidad, especialmente en un entorno económico internacional de riesgo para el Perú. La arenga formulada ayer en La Oroya por PPK, pidiendo que el complejo metalúrgico no sea cerrado, e incluso, planteando una marcha al Congreso que encabezará él (ojo con esto), no solo representa un flashback de la campaña que ya terminó, sino un mensaje claro a la variopinta oposición (empezando por la mayoría fujimorista) sobre cuál podría ser su estilo, al menos inicial, de Gobierno: contacto, cercanía y representación directa de determinados sectores de la sociedad.

Esta sería una respuesta del Gobierno entrante (pragmática por cierto), no solo frente al escenario adverso en el Legislativo, sino a la evidente fragilidad de la organización electoral que ha llevado a Kuczynski al poder: “si no tienes partido que te apoye, haz que la gente misma sea tu soporte”. Pero incluso dentro de esa misma apuesta (avezada) de PPK, precisa de un movimiento mínimamente estructurado, de una organizada división de roles, de una estrategia básica de articulación entre el Ejecutivo y el Congreso, de vocerías alineadas. Y es en esto último donde se muestra la principal debilidad del próximo Gobierno: mensajes de todo tipo, declaraciones confrontacionales con el fujimorismo, y que contrastan con otras más amigables. Hablan próximos ministros, hablan congresistas electos, hablan todos y de todo; es decir, un sancochado, por donde se le mire.

Si PPK ha decidido fundar su poder en la población y en la adhesión de importantes porciones de ella, en primer lugar tiene que poner orden en casa. Esta tarea es tan o más importante que terminar de cuadrar su primer gabinete.

Mario Saldaña C.

@msaldanac