Hugo Neira

Post Brexit. Un reflejo de prudencia en toda Europa

Post Brexit. Un reflejo de prudencia en toda Europa
Hugo Neira
08 de agosto del 2016

Euroescepticismo en retroceso, incluso entre la extrema derecha

Escribo esta nota después de Poznan, la antigua capital de Polonia, donde tuvo lugar un congreso mundial de ciencias políticas, y en ruta a París, y me parece necesario transmitirles los sentimientos europeos tras la salida del Reino Unido. Dejando de lado un humor bastante amargo —comienzan a llamarlo “el Reino desunido” ante la posibilidad de que Escocia e Irlanda prefieran quedarse en la Unión Europea—, me atengo a los resultados de una encuesta. Organizada por la Fundación Jean Jaurés y la Fundación Europea de Estudios Progresistas, la dicha encuesta cubre seis países, a saber, Alemania, Bélgica, España, Francia, Italia y Polonia. Es probable que los diarios peruanos hayan tenido esta información. En Europa se han republicado en Le Soir, El País, el Süddeutsche Zeitung, La Reppublica y extensamente en el diario Le Monde. ¿Qué dice de esencial esta consulta a ciudadanos europeos?

El euroescepticismo estaría en retroceso, incluyendo “la misma extrema derecha” (Le Monde). El apego a la UE progresa también en el seno de los partidos de la izquierda radical. Es cierto que en diarios e informaciones de los medios no deja de decirse los líos en que andan metidos los británicos tras el Brexit, y por lo visto, nadie en los otros 28 estados de la Unión (no todos en el euro) quiere verse en la situación actual de los ingleses. Tras la encuesta y el reflejo de prudencia se hallan algunas otras razones menos visibles, como las que provienen de la geopolítica. Me refiero al tema turco y la vecindad inquietante de Rusia. Es decir, la necesidad que tienen estas naciones, al margen de la economía, de permanecer unidas por razones de orden más bien militar. Pero vayamos a la encuesta misma.

Se les ha preguntado a los ciudadanos encuestados lo siguiente. En caso de un referéndum, por cuál de estas opciones se inclinarían: mantenerse en la Unión, salir de ella y, la última, no pronunciarse. Los resultados han sido los siguientes: ninguno de los seis ha votado por salir. Los porcentajes de adhesión oscilan con diferencias en cada nación: un 53% los franceses, 65% en Alemania, 52% en Italia —el más frágil de todos—, 67% en España, 61% en Bélgica y un 84% en Polonia. En cuanto al euro —hay países dentro de la Unión y fuera de la zona del euro— las respuestas son las siguientes. En Francia un 75% no quiere volver al franco. En Alemania un 67% dicen no al antiguo marco. Los italianos que no quieren el retorno a la lira son un 57%. Y lejos de la peseta un 69% de españoles. Y se olvidan del florín los belgas, con un 75%. En cuanto a Polonia, donde pasé una larga semana, tuvimos que cambiar euros por zlotis, una relación de 3,5.

No es lo único que aporta la encuesta. Hay que destacar que en general están en contra de toda ampliación de la UE, con lo cual el tema del ingreso de Turquía queda descartado. Un socio como Turquía habría sido conveniente cuando era un estado laico en una población islámica. Un poco que Europa se durmió. Este tema, para otra ocasión.

Cierto, la encuesta es fotografía inmediata, la opinión puede cambiar. A lo que voy, no se ha producido el desmadejamiento de las naciones europeas —seamos francos— que más de uno de los opinólogos limeños presagiaban. Es lo contrario. Me atrevería a decir que el Welfare State (el reconocimiento de los derechos sociales por el Estado) a la manera europea sale favorecido. Pero no quiero caer en ilusiones, en la encuesta hay también una demanda de mayores iniciativas en la clase política para relanzar “el proyecto europeo”. La revista L’Express titula: “Refaire l’Europe”. ¿Qué quiere decir eso? “La Europa social”. Cuesta mucho entender, desde el Perú cuyos dirigentes solo confían en el mercado, esas geopolíticas europeas. Estamos aislados entre una cordillera y el inmenso océano más bien asiático que es el Pacífico de ese mundo europeo, y nos falta información. Cierto, su integración resulta trabajosa puesto que en ella existen “diversos tipos de capitalismos”. Europa es múltiple, economías diversas, naciones milenarias, lenguas distintas. Y un contexto, a un lado, Rusia. Al otro lado del Mediterráneo, población islámica. Repito esa es otra geopolítica: rusos, turcos, islámicos, Israel, el África. Lejos de América. Lejos de China.

¿Hay un islam moderado? Lo hay, pero hay otro y violento y, como señala Nial Ferguson, profesor en Harvard, van al islam radical no solo devotos musulmanes “sino jóvenes inadaptados de otros orígenes” (“De Babilonia a Wall Street”). Es acaso el desafío mayor. Ahora bien, vivimos en un planeta de dinamismos capitalistas distintos. Y el nuestro, ¿cuál es? ¿Solo mercado y sin reformas del Estado?

Hugo Neira

Hugo Neira
08 de agosto del 2016

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