Patricia Robinson

¿Por quién votar?

¿Por quién votar?
Patricia Robinson
30 de marzo del 2016

Promesas electorales imposibles de cumplir

A pocos días de las elecciones, las propuestas y promesas de campaña comienzan a captar la atención del electorado ─de todos─ aun cuando todos sabemos que las promesas que nos hagan los candidatos no se traducirán después necesariamente en algo concreto. Cualquier candidato puede ofrecer al electorado todo tipo de cosas, viables o no. Cuando después asuma el cargo, cumplir o no su palabra es un acto opcional, pues no recaerá en él ningún tipo de sanción legal.

Las leyes peruanas están diseñadas de tal manera que es posible acceder a un alto cargo de elección popular diciendo la verdad o mintiendo impunemente. De ahí que resulte hasta burlesco que se obligue a los candidatos a presentar un plan de gobierno que no es vinculante.

Todo lo referido a la política en nuestro país está por reformarse. El marco legal que regula la ejecución de todos los actos en la política ha sido muy descuidado: desde la conformación de los partidos y el desarrollo de sus procesos internos hasta el cumplimiento de las promesas y planes de gobierno. Esta realidad demuestra que las leyes no están desempeñando bien su rol fundamental y han pasado a ser una suerte de comparsa que abona al incremento de la desconfianza en la política.

Dicho esto, y conscientes de que las propuestas y promesas pueden ser solo unas cuantas buenas intenciones cumplibles o no, lo que debemos mirar con absoluta atención son las fortalezas y debilidades de quienes podrían llegar a gobernar.

Cuando un candidato promete hacer una nueva constitución sabiendo que no tendrá mayoría en el Parlamento y afirmando categóricamente que no concertará con ciertos grupos políticos, debemos estar alertas. ¿Cómo pretende entonces ejecutar su propuesta? Es imposible aprobar una reforma constitucional sin consensos; salvo, claro está, que se tenga entre manos intenciones diferentes que, por ahora, no es conveniente revelar.

Cuando otro candidato afirma que gobernará solo con sus cuadros, en su afán de transmitir que ellos son los mejores para gobernar porque “saben” cómo hacerlo, no le dice la verdad al pueblo. Nadie puede gobernar solo; y con las profundas reformas que necesita hoy el Perú estará obligado a convocar a muchos de otras canteras políticas.

Cuando otro candidato comienza a despotricar de aquellos a quienes antes apoyó con convencimiento, refleja que sus decisiones o son erráticas o no son confiables, o que él se acomoda a las circunstancias por conveniencia propia.

Cuando un candidato es un huérfano político, es decir, que no tiene partido y no podrá liderar la bancada que llegue a formar ─con el agravante de ser un convencido de que la concertación es sinónimo de debilidad─ ya conocemos las consecuencias.

Gobernar con eficacia significa “gobernanza”, y ésta no es otra cosa que la gestión eficiente de los elementos del sistema democrático. La transparencia y la concertación son el paso obligado para la gobernanza.

¿Quién, en este proceso, está dispuesto a aplicar la gobernanza? ¿Quién está en capacidad de gobernar sin resentimientos, con transparencia, con soporte político, con tolerancia, sin recurrir a la violencia para obtener políticas públicas y alentando la reconciliación? ¿Quién puede darle al Perú un gobierno sin sobresaltos ni incertidumbre? También, ¿quiénes son los otros que, no ciñéndose la banda presidencial, están dispuestos a cooperar y mantener una interacción política cordial y permanente?

Un voto responsable exige no limitarnos a mirar las individualidades, sino mirar el conjunto y las intenciones y cohesión de ese conjunto. Nuestro voto armará el piso político. ¿Será éste un piso firme y seguro o haremos de nuestro camino al bicentenario algo parecido a la arena movediza?

Por: Patricia Robinson

 
Patricia Robinson
30 de marzo del 2016

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