Giovanna Priale

¿Por qué es importante diversificar el riesgo en finanzas personales?

Invertir en activos productivos es una regla financiera básica

¿Por qué es importante diversificar el riesgo en finanzas personales?
Giovanna Priale
05 de mayo del 2017

Invertir en activos productivos es una regla financiera básica

A propósito del incremento del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) para que las AFP puedan invertir los fondos de pensiones en instrumentos financieros del exterior, se ha recordado la importancia del concepto de “diversificación del portafolio”, y esto mismo aplica para nuestras finanzas personales.

Existen estudios de las profesoras Olivia Mitchell y Ana María Lusardi, expertas en mediciones de impacto de acciones de educación financiera, que demuestran que si en dos grupos de jóvenes de niveles socio económicos diferentes la política pública le brinda competencias financieras solo al segmento de población pobre, sin educación universitaria superior, al final de la vida laboral de cada uno —es decir, a los 65 años de edad—, a pesar de la diferencia en preparación universitaria y de las líneas de carrera distintas, el joven de instituto con competencias financieras es capaz de acumular patrimonio y activos productivos que le permiten reducir la brecha de riqueza respecto a la situación inicial, en comparación con el joven que estudió en una universidad privada.

Este hallazgo es, sin duda, significativo porque ofrece la posibilidad de que una persona, que incluso no haya recibido una educación de la mejor calidad en su vida escolar y universitaria, sea capaz de administrar su dinero y, con ello, tomar decisiones financieras inteligente, que le permitan asegurarse y asegurar a su familia un futuro más tranquilo.

Sin duda, la primera recomendación de finanzas personales es “no gastes más de lo que recibes como ingresos”; y la segunda sería “invierte en activos productivos”. En esta segunda línea radica la importancia de la diversificación del portafolio y la relevancia de diferenciar los productos financieros a utilizar de acuerdo con el tipo de metas y los plazos para alcanzarlos.

Dictando clases en la Pontificia Universidad Javeriana conocí a un joven empresario, dueño de una distribuidora de motos (muy utilizadas en Bogotá) que conocía a la perfección la rentabilidad de su negocio; tenía veinte años de edad y estudiaba becado por sus excelentes calificaciones. No venía de una familia acomodada, pero había trabajado desde los 16 años dictando clases y aprendió a hacer un flujo de caja, con el que se acercó por primera vez a una institución financiera (a los 19 años) a solicitar un crédito para iniciar su empresa. Al hacer eso diversificó su riesgo porque usó dos fuentes de financiamiento para su emprendimiento: por un lado, el dinero que había logrado acumular; y por otro, el dinero del banco.

Pero para que su idea tuviese éxito debería haber realizado un estudio de mercado para identificar frecuencia, disposición a pagar y modalidad de pago. Y para ello, debía tener claridad sobre su grupo objetivo.

Asimismo, con el dinero obtenido del negocio —es decir, con las utilidades— pudo elegir un portafolio para diversificar su inversión: una parte la reinvirtió en su negocio, otra la utilizó para realizar posteriormente sus estudios de maestría (actualmente) y la última la invirtió en ahorro de pensiones sin fin previsional, porque la combinación de los retornos —en este caso: al negocio, a la educación y al instrumento financiero— elegidos todos por él eran consistentes con sus metas de mediano plazo y con su nivel de preferencia por riesgo.

Hoy son miles los jóvenes los que empiezan un trabajo en Perú, cada vez más informal que formal. Creo firmemente que además de la idea de negocio y el nicho de mercado, las competencias financieras les permitirían a todos estos jóvenes mirar con optimismo el futuro, elegir buenos instrumentos financieros y acompañar el crecimiento de su empresa con el uso adecuado del sistema financiero: el crédito hipotecario para el departamento propio, el seguro de salud para los riesgos de enfermedad y el aporte de sus pensiones para la jubilación y para la cobertura de las potenciales invalidez y muerte, de ser el caso.

Como le dije a mi ex alumno —ahora amigo mío— Julián, las finanzas personales son una herramienta indispensable para “hacer mucho más con lo que tenemos”. Vengo, como muchos, luchando durante años para que esta materia sea obligatoria realmente, no solo en el papel, desde inicial hasta la formación superior técnica y universitaria. Y ahora estoy empeñada también en que sea parte obligatoria de los cursos que dicta Produce a nivel nacional a las microempresas. Hay países en los que es condición previa para obtener un crédito, recibir un curso de finanzas personales, para que en lugar de pagar el mínimo de tu tarjeta de crédito, seas tú el que elija cómo deseas que la entidad financiera te sea útil para alcanzar sus objetivos personales y familiares.


Giovanna Prialé Reyes

Giovanna Priale
05 de mayo del 2017

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