María Cecilia Villegas

Por el Sendero Luminoso

Por el Sendero Luminoso
María Cecilia Villegas
07 de septiembre del 2017

¿Puede SL retomar el camino de la lucha armada?

En estas semanas varios miembros de Sendero Luminoso serán puestos en libertad, luego de haber cumplido sus condenas por terrorismo. ¿Estamos preparados para enfrentar que, 25 años después, circulen libremente por las calles de nuestro país? Difícilmente, porque ni el Estado, ni la sociedad civil y mucho menos los partidos hemos hecho el ejercicio de estudiar lo que fue Sendero y los años de terror en los que nos sumió. No tenemos herramientas que nos permitan enfrentarlos, porque hemos preferido no mirar. Dejamos las cosas como estaban y, montados en una ola de crecimiento económico y vanidad, creímos que al Perú no lo paraba nadie.  

Es difícil ver el Perú hoy y recordar cómo vivíamos en 1992, cuando el Estado logró capturar a los principales dirigentes senderistas. Es difícil creer que en 1990 los organismos internacionales veían al Perú como un Estado fallido y —como dice Ricardo V. Lago, en aquel entonces funcionario del Banco Mundial— donde las posibilidades de que “Sendero tomara el poder e instalara una dictadura como la de los Khmer Rouge en Camboya eran palpables”.

Sí, es cierto que han cumplido sus condenas, ¿pero podrán reinsertarse en la sociedad? ¿Han renunciado a la lucha armada? Los movimientos políticos fachada de Sendero —Movadef y Fudepp— hacen política, reivindican el marxismo, maoísmo, leninismo, pensamiento Gonzalo, y ganan adeptos. Para ellos, los terroristas son presos políticos. Son bastante activos y están a la caza de jóvenes desencantados de la política y el modelo económico. Jóvenes sin oportunidades. Para Movadef y Fudepp el gobierno peruano está violando sus derechos fundamentales al no permitirles inscribirse como partidos políticos.

El 5 de julio último, mientras Lima se iba a Miami, Alfredo Crespo, defensor de Abimael Guzmán, hizo una presentación en el 163º Periodo de Sesiones de la CIDH, con la sociedad civil. Ahí denunció el “ensañamiento del Estado peruano contra el Dr. Abimael Guzmán, que se encuentra en un penal militar y en un régimen de tortura de aislamiento absoluto por más de 25 de años; así como la persecución política hacia sus abogados para dejarlo sin defensa en los nuevos juicios que el Estado peruano viene montando, como es el caso Tarata.” No hubo quien lo refutara.

¿Puede Sendero retomar el camino de la lucha armada? ¿Podemos descartar que sea a través de la guerra popular que el Movadef, rearmado con los senderistas en libertad, busque tomar el poder? No sabemos por qué no existe un trabajo de inteligencia, por qué hemos fallado al darle la espalda a nuestra historia. 25 años después se busca humanizar al terrorista a través del arte, del cine y de reportajes blandos sobre una burguesa que se metió a luchadora social. Se reescribe la historia a vista y paciencia de una sociedad pacata, temerosa y cortesana, incapaz de decir las cosas por su nombre. Demasiado frívola para entender, demasiado cobarde para luchar.

Y de pronto los terroristas eran escuderos, defensores de los pobres, robin hoods cholos, y les permitimos olvidar que ellos fueron quienes bañaron al Perú en sangre con la excusa de la lucha armada. Con la del indio oprimido asesinaron a campesinos, ciudadanos pobres, policías, militares y empresarios. El baño de sangre fue indiscriminado, siniestro y encarnizado. No, no tienen nada de luchadores sociales. Y nuestros hijos no lo saben. ¿Quién sabe qué ha ordenado el Ministerio de Educación que se enseñe en los colegios sobre Sendero?

Sendero está activo y está utilizando las plataformas de luchas de las organizaciones sociales a su favor. Sendero hace política y no hay un solo partido capaz de enfrentarlo. Podrá no ser la lucha armada ni la guerra popular, pero Sendero no ha renunciado a llegar al poder. Mientras tanto, el Ejecutivo sigue gobernando desde San Isidro.

 

María Cecilia Villegas

 
María Cecilia Villegas
07 de septiembre del 2017

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