Mario Saldaña

Poder concentrado y antipolítica

Poder concentrado y antipolítica
Mario Saldaña
24 de julio del 2014

¿Por qué no tenemos siquiera una sola política de Estado?

Hace unas semanas comentamos aquí la ausencia del sentido común en el gobierno para actuar políticamente. La forma en que se ha solucionado la última crisis ministerial (la sexta en 36 meses, es decir, tenemos un gabinete por semestre, todo un record) confirma lo dicho.

Me explico: Designar Presidente del Consejo de Ministros a Ana Jara, uno de los cuadros políticos más solventes del oficialismo, es una solución favorable a la pareja presidencial pero no necesariamente para las urgentes necesidades del país (a la sazón: la reactivación económica y la lucha contra la inseguridad) ni tampoco para la gobernabilidad.

Es una medida que contribuye a consolidar el actual formato palaciego de gestión gubernamental: poder concentrado en la señora Heredia, tanto en sus relaciones al interior del Ejecutivo cuanto en el control que pretende lograr en el Congreso luego de superados los “obstáculos” con algunas bancadas de la “oposición ligth”, como Acción Popular-Frente Amplio, y con sus socios de Perú Posible.

Este modus operandi propio de la antipolítica, que se funda en la desconfianza del primer mandatario y de su esposa respecto a quienes no son cercanos, incondicionales, cortesanos o adulones (en sus diferentes variables), les impide abrir lo suficientemente la cancha, compartir el poder, negociar y sellar consensos en una perspectiva de colaboración en beneficio del Perú.

Este estilo (muy similar al que imprimió Alberto Fujimori en su momento) privilegia centralizar y reducir la fuente del poder a una, dos o tres personas, antes que el pacto, el compromiso y el acuerdo de mediano y largo plazo en beneficio de la sociedad. Mucho más si hay coincidencias en los diagnósticos (por ejemplo, que yo sepa, nadie discrepa en que reactivar la inversión y hacer sostenible nuestro crecimiento económico depende de una serie de reformas que es preciso afrontar; o que tener éxito en la lucha contra la inseguridad ciudadana tiene como condición desterrar progresivamente la corrupción policial) e incluso no hay problemas ideológicos de por medio.

Es el estilo concertador de gestión del poder el que permite (y ha permitido a las democracias avanzadas) suscribir políticas de Estado y emprenderlas con éxito. Gracias a que el poder se comparte, también se comparten las responsabilidades, los éxitos y los fracasos.

En el Perú, al primar la desconfianza y los odios entre los 4 o 5 personajes que pretenden el Poder, un quinquenio es el largo plazo y el complejo de Adán se impone. Y así somos incapaces de poner en marcha siquiera una política de Estado (lo del proceso ante La Haya es la excepción que confirma la regla). O sea, la antipolítica.

El Gabinete Jara, para regresar a la coyuntura, es de los últimos intentos de Ollanta y Nadine por mantener y perpetuar su estilo, más allá de que hagamos votos porque efectivamente se logren avances sustantivos en materia económica y de seguridad. Pero qué diferentes serían las cosas si se actuara con sentido común, es decir, haciendo política con P mayúscula. La excesiva fragmentación, la feudalización, la ausencia de institucionalidad, nos siguen llevando a pensar que 5 años de gobierno equivalen a los 15 minutos de fama a los que hay que sacarles el máximo provecho como si fueran una eternidad.

Por Mario Saldaña

Mario Saldaña
24 de julio del 2014

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