Carlos Sotomayor

Plagios celestiales y un lío de agendas

Plagios celestiales y un lío de agendas
Carlos Sotomayor
19 de agosto del 2015

Reflexiones sobre dos “destapes” que corrieron distinta suerte

Plagios celestiales.- Un artículo de opinión publicado en el diario El Comercio, bajo el título “Sentido primaveral de nuestra historia”, concitó la atención de propios y extraños. Un texto, conviene decirlo, impecablemente escrito y pródigo en erudición.Confieso que me causó cierta extrañeza descubrir la identidad de su autor: el siempre circunspecto cardenal Juan Luis Cipriani. No obstante, un lector atento, advirtió en aquel artículo las luminosas y celestes señales del plagio. Varios párrafos copiados del libro Communio de Joseph Ratzinger (el papa emérito Benedicto XVI, para más señas). Ni comillas ni mención obligada de la fuente.

El Decano –como ya lo había hecho en los casos de Alfredo Bryce y de Guillermo Giacosa– en rápida maniobra anunció la separación inmediata del Cardenal de su lista de colaboradores ante tan grave falta. La máxima autoridad del catolicismo en nuestro país, intentó defenderse con argumentos poco sólidos (para no optar por un adjetivo más lapidario). Los textos de la iglesia, esgrime Cipriani con desenfado católico, apostólico y romano, son patrimonio común de nuestra fe. En otras palabras, carecen de propiedad intelectual. Dudo que el Papa Benedicto piense así. La carencia intelectual y de decencia apuntaría en otra dirección.

Acostumbrado a pontificar desde el púlpito de su investidura clerical, enfatizando lo correcto y lo incorrecto, llama la atención –o quizás no tanto– la falta de autocrítica por una falta grave de usurpación de un trabajo intelectual que no le pertenece. Ni una penitencia pública. Nada. Llama también la atención –o quizás no tanto– que muchos medios no se hayan ocupado de esta noticia.  

Lío de agendas.-  Un reportaje en el programa dominical Panorama, emitido por Panamericana televisión, remeció el ambiente político con la aparición de unas agendas, supuestamente pertenecientes a la primera dama Nadine Heredia, cedidas por el congresista Álvaro Gutiérrez. La conductora del espacio, Rosana Cueva, salió al día siguiente a refrendar el reportaje emitido apelando a su larga trayectoria periodística.

Sin ánimos de defender a la primera dama –no pongo las manos al fuego por casi nadie–, no pude dejar de darle vueltas a una idea que no logro cerrar. El reportaje señala que hubo dos peritajes grafológicos que llegaban a dos conclusiones: la primera, que las agendas habían sido escritas por la misma persona. Y la segunda, que esa persona sería Nadine Heredia pues compararon la grafía con la firma que aparece en el DNI de Reniec. ¿Es suficiente -me pregunto-, para tener tal certeza? Una firma que posiblemente la hizo hace muchos años. Quizás ameritaría contrastar la grafía de las agendas con otros documentos donde exista una mayor escritura y más reciente de la persona en cuestión.

Otro dato que creo es importante. ¿Quién es Álvaro Gutiérrez? Fue suspendido de sus funciones de congresista por 120 días ante una falta grave, fue cercano al partido Nacionalista; incluso se dice que fue un aportante. Es verdad que la biografía –y a veces el prontuario– de una persona no tiene por qué invalidar a perse la información que brinde. Sin embargo, sí nos debería llevar a tomar lo que dice con cierta cautela. Son dos aspectos que, me parece, todo reportaje periodístico de investigación, que se precie de serlo, debería consignar; y que no se consigna en el reportaje aludido. Y, dado los 20 años de trayectoria, la periodista Cueva lo sabe.
 

Por Carlos M. Sotomayor

Carlos Sotomayor
19 de agosto del 2015

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