Hugo Neira

Perú y el Pacífico. Serge Dunis, la visita de un sabio

¿Qué liga a la Amazonía y los Andes con las islas del Pacífico?

Perú y el Pacífico. Serge Dunis, la visita de un sabio
Hugo Neira
22 de mayo del 2017

¿Qué liga a la Amazonía y los Andes con las islas del Pacífico?

Este es el relato de una obra excepcional y de una serie de viajes. Alguien que conozco personalmente ha logrado, tras años de erudición y de expediciones científicas, una visión de la totalidad del Pacífico, el más vasto de los océanos y que vincula las tierras asiáticas y americanas. Estas líneas no son sino un sucinto relato que une el antiguo Perú con los mares del Asia continental, a las plantas y la gente andina con las islas melanesias y polinesias, con Hawái, la isla de Pascua o Rapa Nui, y la Nueva Zelanda y Taiwán. El lector se preguntará, en efecto, ¿qué liga a la Amazonía y los Andes con las islas del Pacífico? ¿Nuestras humildes aldeas cusqueñas, puneñas y bolivianas con el inmenso océano («155,6 millones de km2, el 46% de las aguas del mundo, más vasto que todas las tierras reunidas» dice el autor en la p. 699). El amable lector ya se habrá dado cuenta de que hablamos de un hallazgo de alcance descomunal. Sin embargo, en las líneas que siguen verá que la ciencia del hombre se hace desde comprobaciones sencillas, tanto como las iguanas que sorprendieron a Darwin cuando visitó las islas Galápagos.

Este es un relato de amistad y de viajes. Todo comienza en Papeete, centro administrativo de la isla Tahití, 176,000 habitantes. Cuando algún peruano llegaba a la isla —María Rostworowski o Enrique Carrión, a los que acogí—, en una tarde le hacíamos conocer la franja costera de un urbanismo californiano: distritos, iglesias, centros comerciales, y en el centro, altas montañas, isla volcánica. De clima tropical húmedo. La mayor de las islas, entre las 118 de los cinco archipiélagos, está a 4,400 kms de Hawái, a 7900 de Santiago y a 5700 de Australia. La población, chinos, franceses, ingleses y maoríes. Una universidad había nacido a pedido de los residentes. El Ministerio de Educación francés decidió el envío de profesores muy especiales. Así fue cómo Serge Dunis llega a Papeete, había sido profesor en el Caribe, en Nueva Zelanda. ¿Y saben una cosa? Nada es mejor para la vida universitaria que las ciudades pequeñas. Oxford, Stanford, el París del barrio latino. Los profesores de la Université de la Polynésie Française vivíamos a tiro de piedra. Y en ese lugar en medio del Pacífico, surgieron dos grandes pasiones. La interdisciplinaridad entre nosotros mismos y los viajes científicos por el resto del mundo. Dunis, el de mayor experiencia, dirigió un doctorado, “Imago Mundi”, proponiendo a nuestros doctorantes, que venían de todas partes, un comparatismo polinesio-europeo. Y entonces, como americanista, fui parte de ese equipo excepcional MAUI. Serge Dunis, egresado de la ENS, llega como profesor de literatura y civilización británicas y después de un doctorado con Lévi-Strauss, en antropología. Y yo había seguidos dos ciclos con aquel, parte de mi formación en la EHESS. Y entonces, lo animé a que conociera el Perú andino. Conocía medio mundo, salvo a los amerindios.

En 1999, Dunis llega a Lima. Tuvo encuentros con especialistas, de ellos se acordará y no me dejará mentir Jorge Bruce, que fue el traductor. Luego, el Cusco. Luego, un viaje a Puno y a Bolivia. ¿Sabe el lector que el camote (patata dulce) se extendió por las islas lejanas, de Rapa Nui a Nueva Zelandia? ¿Y que hay 17 variantes del mito de patate douce? Ahora bien, prometí en las primeras líneas un hallazgo concreto. La antropología se hace, como la zoología, la botánica y la geología, en el terreno. Fuimos Dunis y yo al mercado de Puno y luego lo mismo en La Paz. Y nos pusimos de cuclillas ante las vendedoras quechuas de lo que llamamos camotes. Dunis pronunció la palabra mágica, umara (el nombre que le dan los polinesios). Y las señoras replicaron, kumar(a). Inflexiones, suelen ocurrir de una lengua a otra. Pero ya sabíamos algo real y decisivo. ¡La planta alimenticia era la misma! La misma que salva del hambre a los isleños de la Rapa Nui cuando pierden sus bosques. La misma que se instala en Nueva Zelanda. Viajaron en las piraguas dobles de los polinesios, los vikingos del Pacífico.

Este sencillo hallazgo cambia la vida del sabio Serge Dunis. Lo dice nada menos que Maurice Godelier en el prefacio, donde me cita (p. 38). Había otras similitudes que Dunis quiso comprobar, a la manera de un Alexander von Humboldt, viajando. Lo que sigue al corto episodio peruano es el estudio de los indios de Norteamérica. Ya no perseguía solo la huella del pájaro albatros o las ballenas, sino también los mitos. De Amerindios, pasa a la Siberia y a Europa. En el libro que tengo a la mano, desfilan mitos, tubérculos, pájaros, tortugas, héroes y demonios, y 142 ilustraciones de su propia mano. Su obra es antropológica, histórica, marítima, naturalista. El momento mítico en que se separan hombres y mujeres: L’île aux Femmes. El libro ha sido publicado por el CNRS francés, solo publica investigaciones de enorme valor.

He contado este periplo como quien hubiese narrado cómo Raimondi llega al Perú. O Humboldt. Y así, una mañana al pie de la iglesia de Saint-Germain-des-Prés, yo le entrego mi libro Civilizaciones Comparadas, y Dunis el libro que apenas rozo con este primer comentario. Ha encontrado un mito único que se repite desde hace ocho mil años.

 

Hugo Neira

Hugo Neira
22 de mayo del 2017

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