Giovanna Priale

Perú querido: aprendamos a escuchar

Ser anciano en el Perú es todavía algo penoso

Perú querido: aprendamos a escuchar
Giovanna Priale
14 de septiembre del 2018

 

 

Qué fácil es sentarnos a criticar desde el escritorio y pedir acciones de política pública sobre la base de nuestros parecer. Pero la realidad se palpa recorriendo las calles y escuchando a la población, nace la necesidad de ajustar los marcos normativos y los procesos. Y el Ejecutivo, al que hemos elegido, tiene un rol rector, que le permite, luego de escuchar las demandas de los ciudadanos y de los demás actores, precisar el ordenamiento jurídico y las reglas de juego, para el bienestar de la sociedad, a largo plazo.

El viernes pasado estuvimos en Piura escuchando a los afiliados, tanto de las AFP como de la ONP. Hay múltiples historias, pero estas se pueden resumir dos escenarios bien marcados: la realidad del afiliado a la AFP y la del que pertenece a la ONP. Entre los afiliados a las AFP, conocí a Oscar, empleado de una municipalidad que ha trabajado en ella cerca de 32 años, y que con su trabajo ha logrado que sus hijos sean profesionales. Hoy que está cercano a la jubilación, Oscar ve que su fondo acumulado le podría permitir una pensión acorde a sus expectativas de gasto.

También conocí a Pablo, que hoy tiene 55 años y se quedó desempleado en el año 2000. Como no tenía formación universitaria, ha venido haciendo “cachuelos” desde ese entonces. No pudo volver a aportar a su AFP, pero cuando se emitió la norma del 95.5%, se encontró con la sorpresa de que su fondo era tres veces lo que él había aportado. Sacó todo lo que tenía para cercar su terreno y ponerle techo de calamina. En ese terreno ha puesto un gimnasio, que le alcanza para pagar su gasto diario; pero no le resulta suficiente, y su hija mayor lo ayuda con los gastos. Él nos pide que se creen esquemas de empleo, como en México, para apoyar a las personas mayores de 55 años que hoy se ven obligadas a disponer de su dinero ahorrado para la jubilación, a fin de sobrevivir.

A los pensionistas de la ONP los encontré en la Plaza de Armas. Uno de ellos, Luis, se animó a hablar conmigo para contarme que él y sus amigos han trabajado más de 40 años en el Estado, que hace más de 10 años que no les aumentan su pensión, que está por debajo de los S/ 400. Pero más dramático resultó que me comentara que tiene amigos en las AFP a los que la ONP no les paga su bono de reconocimiento porque no tienen los papeles para demostrar que estuvieron trabajando, a pesar de que laboraron para el propio Estado. Se le llenaron los ojos de lágrimas cuando me contó que dos de sus amigos, a los que les está ayudando para solicitar su bono de reconocimiento ante la ONP, han retirado el 95.5% de su AFP; pero viven solos y ni siquiera pueden ir al médico a atenderse, porque no tienen quien los acompañe.

Y entonces, queda claro que ser anciano en el Perú es aún penoso para la gran mayoría. Queda claro que la AFP es una opción realistamente viable, que te ofrece una pensión acorde con tu nivel de ahorro. Es un sistema que, si has logrado aportar de manera frecuente durante tu vida laboral, te permitirá contar con el dinero suficiente en tu cuenta, para vivir conforme a tus expectativas.

Es evidente también que un país con un nivel tan elevado de informalidad requiere acciones complementarias, conjuntas entre el sector público y privado, para resolver la situación de pobreza en vejez de miles de compatriotas. Ellos hoy están sufriendo, porque se quedaron desempleados muy jóvenes y no pudieron aportar para su vejez, o porque reciben una pensión de la ONP que no les permite vivir con dignidad.

Yo me compro el pleito de defender a esta población, porque sé lo difícil que es lidiar con la enfermedad y lo desesperado que debe sentirse un anciano solo y postrado. Le he prometido a Oscar, Pablo y Luis que haremos oír su historia. Y así será, porque el ciudadano debe ser el centro de nuestra atención hoy, mañana y siempre.

 

Giovanna Priale
14 de septiembre del 2018

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