Dardo López-Dolz

Perú, país mestizo

Perú, país mestizo
Dardo López-Dolz
03 de febrero del 2015

Reflexiones sobre los regionalismos y racismos que niegan nuestra identidad nacional.                              

El Perú no es andino, por más que nos hayan querido vender esa idea durante los últimos 60 años. La aventura dictatorial velasquista, la malagua intelectualoide caviar y el chapucero régimen de nadador estilo muertito, confeso admirador del sátrapa destructor sesentero, se asientan sobre la falacia de considerar andino el ¨Perú profundo¨.

El Perú tampoco es europeo, cómo ilusamente creyeron la aristocracia y las clases medias durante la mayor parte de la República, y como cree aún una parte de la élite limeña, alimentando igual una confrontación cultural y política artificial e improductiva.

Toda sociedad necesita aceptar sus genes, independientemente de su afecto o preferencia o del carácter voluntario o involuntario del apareamiento que le dio origen. Negar uno u otro es tan irreal e improductivo como negar que por nuestras venas corre sangre con genes de nuestros dos progenitores. Ninguna negación alterará este hecho. Dicha negación impide el conocimiento de sí mismo, imprescindible para lograr la unidad real de un país.

Así como en un individuo la negación de los genes paternos, incluso en el caso del fruto de una violación, no elimina la existencia y relevancia genética en la formación de la personalidad, la negación del ancestro prehispánico de la Lima en que nací  o la negación del ancestro español que pregonan los cusqueños, da lugar a concepciones idealistas e inexactas de lo que fue la vida en estas latitudes, antes y después que se le empiece a llamar Perú, alimentando de paso fantasiosas corrientes regionalistas y orgullos y rechazos raciales carentes de sustento racional.

Para avanzar en el fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas y económicas, hace falta encontrar ese pegamento social que ha permitido a otros pueblos identificarse como nación, por encima del provincialismo geográfico o el histórico, entendiendo la importancia de la evolución, que puede tomar distintos caminos pero siempre va en un mismo sentido, el del respeto al individuo, a la libertad como esencia de humanidad y a la propiedad individual del fruto de la capacidad y del esfuerzo  inteligente y sostenido.

El Perú es mestizo, aceptémoslo de una buena vez. Fruto de la fusión de dos culturas que se encontraron en estados culturales distintos, motivando el natural trasvase de los usos, costumbres y cultura de aquel que había llegado antes hacia aquel que estaba unos pasos detrás, tal como ocurrió con Europa cuando fue invadida por árabes y romanos, en dos períodos de su historia, sin que nadie serio pretenda, como sucede aquí, retornar a un inexistente paraíso previo a la fusión y mestizaje con la cultura que llegó después. Los pueblos que mantienen vivo ese enfrentamiento (medio oriente y Africa subsahariana) están condenados a la violencia permanente hasta que acepten que esa fusión está en su sangre.

El racismo despectivo en uno u otro extremo y el regionalismo confrontacional, limeño o provinciano, son expresiones irracionales e improductivas que bloquean el camino a la unidad, tanto aquel basado en el deseo irreal de la preeminencia del color de la piel que nos cubre o de la región donde nacimos, como aquel que nace del sentimiento de culpa por el centralismo o la preeminencia pasada de los tonos más claros de piel.

Somos un Perú, país mestizo.

Por Dardo López-Dolz
03  - Feb - 2015  

Dardo López-Dolz
03 de febrero del 2015

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