Juan Carlos Valdivia

Perú al mundial

Perú al mundial
Juan Carlos Valdivia
16 de junio del 2014

Seguimos viviendo de las glorias del pasado

Desde hace algún tiempo, algunos de los principales clubes de fútbol argentinos y algunos europeos han instalado academias de formación para niños y jóvenes en nuestro país. Es que ya hace mucho tiempo que el fútbol dejó de ser el deporte de entretenimiento, para convertirse en una industria millonaria.

El negocio en el fútbol está en producir jugadores de nivel que logren hacer que su equipo destaque, logrando algún campeonato, y que permita que los jugadores luego puedan ser vendidos a mercados más desarrollados. En esos mercados, el negocio está en los auspicios comerciales y el mercadeo de productos, lo cual permite generar millonarias utilidades.

En el Perú aún no comprendemos esto. No podemos salir por completo del esquema colectivista de asociaciones sin fines de lucro. Este era un diseño válido en tiempos en que los clubes vivían de mecenas que los solventaban, casi funcionando como socios mayoritarios. Así funcionó hasta los noventas, cuando la crisis económica espantó a los mecenas. Con la llegada de la televisión por cable, los clubes de futbol encontraron una fuente importante de financiamiento, que ocasionó que fueran asaltados por socios sin capacidad económica, pero que terminaban millonarios luego de pasar por la administración de algún club importante. Negociados con la publicidad, con las transferencias, con intermediarios fantasmas, llevaron a la quiebra a los más importantes clubes profesionales de fútbol.

Y miramos con complacencia a nuestros prospectos, mozallones de más de 24 años, que esperan su oportunidad, cuando esa es la edad para estar en un alto nivel de competencia. ¿Cuántos años tenían Cubillas y Sotil cuando destacaron en México 70? Frisaban los 21 años. Y esa es la edad en que las más importantes figuras de nuestro fútbol ya exigían un puesto titular en la selección nacional. Hoy se ha dado una renovación en equipos como Universitario y Alianza, pero empujados por la premuras económicas antes que por un criterio de eficiencia.

Si el fútbol es una industria, tiene entonces que cambiar sus esquemas. Abandonar los esquemas de asociaciones sin fines de lucro y dar paso a sociedades anónimas. Ahí donde el incentivo de quien pone el capital sea recuperarlo y generar utilidades. Tiene que fortalecer sus divisiones menores, no como un espacio para el ocio, sino donde se busque a los mejores y se les potencie. Una inversión en menores se retribuye posteriormente en el mercado de pases.

Son las leyes del mercado las que deben entrar a nuestro fútbol. Donde el que invierta tenga derecho a retribuirse con utilidades. En nuestro medio hay algunos clubes que funcionan como sociedad anónima, pero que son negocios colaterales dispuestos a ayudar en el marketing personal de sus propietarios ya sea por razones comerciales o políticas. Cuando se entienda que se compite en un mercado global, entonces nuestros jugadores podrán dar el salto al fútbol profesional argentino, brasileño o europeo, para quedarse, y no para regresar porque sus condiciones físicas y psicológicas no les permiten quedarse.

Seguimos viviendo de las glorias del pasado, que es como seguir pensando en las inversiones que nos permitió la era del guano o la del caucho. Todo ello ya paso. Hay que adaptarnos al competitivo mundo del fútbol internacional, y para ello hay que cambiar las estructuras del nuestro.

 

Por Juan Carlos Valdivia

Juan Carlos Valdivia
16 de junio del 2014

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