¿Pedro Pablo alienta la impunidad?

Escándalo Odebrecht evidencia que no avanza la lucha contra la corrupción

En 2003, en una entrevista para la publicación Punto Final, Víctor Robles decía que “la impunidad está instalada en nuestro país”. Era la realidad de entonces, que volverá a ser vigente si las coimas que han pagado Odebrecht y otras compañías brasileñas en todos los rincones del país no llevan a la cárcel a todos aquellos que recibieron aunque sea un centavo. Los vecinos denuncian la presencia de las constructoras en sus poblados señalando además los signos exteriores de riqueza que de pronto exhiben sus autoridades y funcionarios municipales y regionales.

Luis Alberto Martínez Benavides va más allá y dice: “¿Acaso no era conocido que esos brasileños asesinaban a quienes se oponían? Investiguen los asesinatos en Brasil y las amenazas en Perú. Me advirtieron en Madre de Dios que yo no era nadie y que podrían desaparecerme cuando puse en tela de juicio y divulgué los siete paquetes de adicionales de la obra de la Interoceánica Sur, las supuestas modificaciones de las bases del puente y otras perlas. ¿Y quiénes eran los más recalcitrantes defensores de esa empresa? El Ministerio de Transportes que enviaba a sus ingenieros y a su asesor ministerial a imponer criterios. Un arquitecto emparentado con los Odebrecht me "ofreció" desarrollar un proyecto urbano financiado por ellos. No piqué la carnada”.

El escándalo Odebrecht pone en evidencia que no hay una pizca de avance en la lucha contra la corrupción. ¿De qué vale que el país pueda recuperar los US$ 29 millones pagados por coimas si no se podrá recuperar la moral hecha trizas? En las instituciones públicas hasta los guachimanes, para abrir la puerta, y las secretarias, para conceder una cita, reclaman “su cariño”. El modelo mafioso de Odebrecht aviva el espíritu trafero que se contagia fácilmente.

De espanto resulta la “estructura paralela ilícita” para corromper a quienes manejan los presupuestos públicos y a quienes toman las decisiones de qué se hace, cómo y con quién. ¿Cómo es posible entonces que el presidente Pedro Pablo Kuczynski pueda darles un milímetro de ventaja a quienes han ocasionado un daño tremendo al espíritu nacional diciendo que “no todo lo que hicieron es malo” y que es necesario ser “cautos” con ellos? Si a Pedro Pablo le parece que corromper es poca cosa estamos frente a una primera magistratura sin firmeza frente al mayor de los enemigos nacionales, y sin capacidad para defender con uñas y dientes, cueste lo que cueste, valores como la honradez. Más tibieza haciendo daño no podemos ver. De horror, como un espejismo.

Las coimas no son todo el daño ocasionado. También están los llamados “laudos arbitrales” de los que se valieron los compinches en su insaciable angurria. Por allí se habrían birlado más de US$ 250 millones, que además sirvieron como mal ejemplo para que todos los proveedores de instituciones públicas llevaran sus dizques discrepancias ante un juez comercial coimeado. Los lucros indebidos de esa corrupción son la razón de tantas candidaturas que se ven en todas las elecciones regionales y municipales. Y de la millonaria publicidad que se gasta en toda reelección y revocatoria.

Los “notables”, los llamados ladrones de cuello blanco, sin más explicaciones deberán acabar doblemente presos y deberán devolver con creces todo lo obtenido de manera ilícita. Si no es así, las palabras de nuestro siempre recordado Víctor Robles, fundador de este portal, estarán vigentes nuevamente.

Por Manuel Gago